Conocimiento de Si Mismo (82) Capítulo XXV: La Realización Directa y la búsqueda de Felicidad (2)

Vemos como resultado de este razonamiento, que la Mónada es la fuente de todo conocimiento, y que los objetos que produce o estimulan el conocimiento en la mente sirven sólo como instrumento para extraer un conocimiento ‘parcial’ del conocimiento ‘total’ que está en la Mónada. Es lo mismo que ocurre con los objetos físicos coloreados; no son ellos la fuente de sus colores, sino meros instrumentos para mostrar los colores que están ocultos en la luz blanca.

Consideremos ahora el deseo. Como ya hemos visto, nuestra vida es en su mayor parte un drama de deseos. ¿Qué es este fenómeno del deseo? Siempre estamos corriendo tras de objetos, instigados por el deseo. Parece que el propósito principal de la mente fuera el de percibir esos objetos y proveer los medios para alcanzarlos. ¿Cuál es la causa del deseo? Encontrémosla. Para hallar la causa de un fenómeno universal como es este, tenemos que descubrir el factor común en todos los fenómenos particulares. Un factor constante en este drama que representan la mente y el deseo, es el Purusha. Él es el factor invariable en esta constante búsqueda de objetos variables por el deseo de gozarlos. ¿Hay algún otro fenómeno asociado con esta búsqueda de objetos diferentes por el deseo? Sí lo hay: la búsqueda de felicidad.

Esta continua búsqueda de objetos por el deseo, por medio del instrumento de la mente, es una búsqueda de felicidad, consciente o inconsciente. Todo cuanto deseamos obedece siempre a esa motivación: obtener algún poco de felicidad. Ahí tenemos, pues, otro factor constante y presente en la vida humana: la búsqueda de felicidad. Y éste es el argumento que presentan los Yoga-Sutras: que siempre estamos deseando objetos por la felicidad que nos producen. Los objetos cambian constantemente; los deseos también. No hay en este drama sino una cosa que no cambia y siempre está presente:

El Purusha que está en el trasfondo. Entonces, ¿es el Purusha el responsable de nuestro constante desear? Para contestar esta pregunta tenemos que considerar dos hechos. Primero, que el deseo no es otra cosa que la Voluntad trabajando bajo ilusiones y limitaciones. Y segundo, que la Voluntad proviene de Sat, uno de los tres aspectos del Purusha Divino. Otro aspecto de este Purusha es Ananda o Felicidad. La naturaleza misma del Purusha es Ananda, la cual se refleja como placer en los planos inferiores. Y un tercer aspecto es Chitel cual se refleja como mente.

¿No vemos ahora la importancia del deseo y de esa constante búsqueda de placer en los objetos externos? El Purusha cuya naturaleza misma es Sat-Chit-Ananda, ha descendido a involucrarse en la manifestación, y como consecuencia de esto se ha apagado la conciencia de su índole divina. ¿Cuál será el resultado de esta pérdida de conciencia? Qué buscará Ananda en los objetos que encuentre en el mundo manifestado, en cualquier cosa que pueda satisfacer el deseo. Su aspecto Sat que debería expresarse como pura Voluntad espiritual, se degrada en deseo, debido a la asociación con las ilusiones y limitaciones de los planos inferiores.

De suerte, pues, que ésta búsqueda de placer por medio de toda clase de objetos, visibles e invisibles, en que todos estamos ocupados en estos mundos de la manifestación, no es otra cosa que la Mónada buscando Ananda en las cosas externas porque está envuelta en la ilusión o Maya. Y como su aspecto Chit encuentra expresión en la imaginación y la actividad mental, la Mónada crea con la vida múltiple que le rodea, una forma tras otra, una situación tras otra, en busca de esa Ancuda o Felicidad, sin poder encontrarla porque la busca donde no está presente. Sólo puede lograrla parcialmente en formas que se reflejan como placeres y alegrías. El grado de Ananda que esas formas estimulen en la mente, da la medida de la satisfacción que esas formas u objetos le producen. Vemos así con claridad meridiana la importancia básica de este drama en el que todos estamos envueltos.

Permítaseme recapitular otra vez toda esta idea. Somos triples en nuestra naturaleza divina esencial. Nuestros tres aspectos, Sat-Chit-Ananda, se reflejan respectivamente como Voluntad, Inteligencia y Felicidad, en los campos espirituales, y como deseo, mente inferior y placer, en los planos inferiores. Debido a que estamos implicados en la manifestación, hemos opacado todos estos atributos divinos y apenas podemos manifestarlos parcialmente en los planos inferiores como deseos ordinarios, mente y placer. Esta expresión parcial de nuestra naturaleza divina explica que corramos tras de toda clase de objetos en el mundo en busca de placer, impulsados por el deseo y por la mente que nos hace imaginar objetos atractivos.

De este modo fluye interminablemente toda la corriente de nuestro vivir, elevándose lentamente hacia su Fuente. El deseo al fin se torna en Voluntad, el pensamiento en Conocimiento-Directo, y el placer se convierte en pura Felicidad. La primera etapa en nuestra jornada ascendente da por resultado el realizar parcialmente nuestra verdadera índole, con lo cual se van adelgazando los velos de la ilusión. Cuando el hombre ha alcanzarlo una alta etapa de desenvolvimiento espiritual, todo se ha sutilizado, todo está en su forma más sutil.

Esta es la obra de la Mónada, hasta desenredarlo a uno del último y más tenue Velo de ilusión en el plano Atmico, por lo que se describe en el capítulo final de los Yoga-Sutras corno la técnica de Dharma-mega—Samadhi. Cuando el hombre ha despertado el discernimiento supremo y se da cuenta de que aún en el plano Atmico existe una sutil ilusión, se decide a dar el último salto al mundo de la Realidad, con lo cual obtiene el conocimiento de su verdadera naturaleza Divina como Sat Chit-Ananda. Y el drama de la evolución ha culminado para él.

La búsqueda de felicidad real y permanente en el campo de la manifestación está condenada a fracasar, porque el destino de la Mónada es realizar directamente su verdadera naturaleza, y no permanecer siempre aprisionada en el mundo de la manifestación. Esta es también la razón de que el dolor sea un factor universal en la vida humana. Es meramente una expresión del hecho de que el deseo de felicidad no se puede satisfacer plenamente en este mundo, ni conviene poder satisfacerlo, porque un destino glorioso e infinitamente superior nos espera en el futuro al alcanzar la Realización Directa. ¿Por qué apesadumbramos de que el dolor sea universal? ¿No deberíamos agradecer que lo sea, puesto que esa es la mejor garantía de que finalmente nos liberaremos de las ataduras de las ilusiones y limitaciones de la vida inferior, y porque nos resguarda de permanecer exiliados indefinidamente en esta vida inferior?

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:





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