Conocimiento de Si Mismo (84) Capítulo XXVI: ¿Es necesario un guía? 2

¿Por qué se muestra al Instructor sentado bajo un árbol banyano y cerca de sus raíces? El árbol banyano es un símbolo bien conocido del conocimiento humano; sus muchas ramas que se enraizan representan las diferentes ramas del saber que van brotando al aumentar el conocimiento. Pero el árbol es un símbolo del conocimiento intelectual (Apara-Vidya), y no de la Sabiduría (Para-Vidya), la cual nace del contacto di recto con la Conciencia Divina. El conocimiento se expresa a través del intelecto y podemos diferenciarlo y elaborarlo crecientemente La Sabiduría es integral, está eternamente presente como un todo en la Conciencia Divina, se conoce por medio de Buddhi aunque se vale del intelecto para expresarse parcial e imperfectamente en el plano mental inferior. Por esta razón se muestra al Instructor Supremo sentado cerca de la raíz de un árbol banyano, aunque separado del árbol.

La paradoja de que el Instructor es joven y los discípulos son viejos, simboliza simplemente que la fuente de Sabiduría es eterna y no está sujeta a las leyes del nacer, crecer y decaer que rigen para todas las cosas en el campo del tiempo y el espacio. Esta Sabiduría ha de transmitirse a Instructores que están en el campo tiempo-espacial, quienes aunque están espiritualmente avanzados han de trabajar por medio del instrumento imperfecto e impermanente del intelecto. Tanto ellos como sus enseñanzas están sujetos a las leyes de crecimiento y decaimiento. No son sólo los cuerpos de los Instructores los que envejecen y mueren como los de los demás, sino también sus enseñanzas que se corrompen en el decurso del tiempo por la ignorancia y las flaquezas de quienes las reciben. Pero la Sabiduría Eterna de donde se derivaron esas enseñanzas permanece siempre fresca, dinámica, pura y joven, pues es parte de la Conciencia Divina del Logos.

Otra paradoja de este versículo, la de que el Instructor permanece en silencio y sin embargo disipa todas las dudas de los discípulos, es quizá el rasgo más significativo de este símbolo. Para comprender este misterio tenemos que recordar que el conocimiento que puede comunicarse verbalmente es Apara-Vidya y pertenece al intelecto. En cambio, los secretos más elevados y profundos de la vida están fuera del alcance del intelecto y no pueden comunicarse en palabras. Sólo pueden adquirirse por experiencias directas. El receptor eleva su conciencia a un nivel superior donde puede experimentar directamente la verdad que se trata de comunicarle, se conoce la realidad por percepción directa y real de ella.

El intelecto es un instrumento engorroso para adquirir conocimiento incluso con respecto a cosas de la vida inferior. Y en cuanto a cosas de los campos espirituales, es totalmente inadecuado. El conocimiento de la relación entre el Alma Individual y el Alma Suprema, de la naturaleza del Amor Divino, de la razón de que el Alma Individual se vea envuelta en el Proceso Mundial, todas estas cuestiones no son realmente asuntos para comprenderlos intelectualmente sino para experimentarlos directamente dentro de las honduras de nuestra propia conciencia luego de trascender el intelecto.

Aparte de la necesidad de la percepción directa para adquirir el conocimiento de realidades trascendentales, vemos que incluso nuestras dudas y dificultades ordinarias tocantes a nuestra vida interna se disipan mejor por medio de la luz de Buddhi que viene de adentro y que podemos considerar como un rayo de la Luz que emana del Instructor Supremo. Mientras esta luz no irradie nuestro intelecto, el conocimiento intelectual sigue siendo estéril en su mayor parte, y su significado más profundo y real permanece oculto.

Luego de considerar la naturaleza del Instructor Divino que está presente en el corazón de todo aspirante serio, esperando para guiarlo por medio de la Voz del Silencio, veamos siquiera brevemente las ventajas de establecer contacto directo con Él. Uno de los mayores problemas de la vida espiritual es el de encontrar un guía confiable que pueda ayudarnos y superar sus dificultades y ordalías, que nos dé fuerza cuando desfallecemos, que nos dé luz cuando nos sentimos perdidos en la oscuridad de la ignorancia y el desespero. Muchos aspirantes fervorosos se pasan la vida buscando infructuosamente un Gurú idóneo en el mundo externo. Se olvidan de que el Instructor Supremo está sumamente cerca; que Su sabiduría y fuerza y compasión no tienen límites y esta siempre a su disposición; que Él conoce siempre hasta sus más leves anhelos y aspiraciones y responde a sus más ligeras peticiones de ayuda.

La verdadera dificultad en todos estos casos es la falta (le fe y confianza. Falta de fe en que el Supremo Gurú está dentro de nosotros, listo a guiamos. Y falta de confianza en que podemos establecer con Él y recibir Su ayuda.

Todas estas dudas pueden desvanecerse por un Supremo acto de fe, volviéndonos resueltamente hacia Él y llamándolo para que nos guíe. Y a medida que acudamos a Él en busca de todo el auxilio que necesitamos en nuestra vida interna, encontraremos que cada vez nos viene más ayuda, y así llegamos al fin a no depender de ninguna ayuda externa. Es claro que para proveer las condiciones esenciales para recibir auxilio de esta manera, tenemos que hacer los máximos esfuerzos posibles, pues la luz de Buddhi sólo puede resplandecer en una mente que esté pura, tranquila, armonizada y llena de devoción.

Hay otra cuestión que puede considerarse con respecto a la función del Instructor Mundial. ¿Qué relación guardan, con respecto a El, los verdaderos Instructores que guían a los aspirantes por el Sendero de Liberación? No hay duda de que existen Instructores así, Maestros de Sabiduría de varios grados, que ayudan a la gente de diversos modos en su desenvolvimiento espiritual. ¿Tales Instructores tienen algún lugar en la vida de un aspirante que reconoce al Instructor Supremo?

Al considerar esta cuestión, hemos de recordar que todos los verdaderos Instructores son Seres Liberados, que están permanentemente establecidos en Sat o la Verdad, y que su Conciencia está, por tanto, unificada con la Conciencia del Instructor Supremo. Son, en cierto sentido, avanzadas de Su Conciencia y agentes de Su Voluntad en relación con todos los aspirantes. Cuando un aspirante necesita y merece ayuda, la recibe por medio de Ellos en la mejor forma que las circunstancias lo permitan. ¿Cómo y quién se la da? Esta no es cosa que el aspirante deba juzgar. Debe dejar estas cosas a Aquellos que saben llevar a cabo la Voluntad del Instructor Supremo con Sabiduría y habilidad consumada. A él le incumbe solamente permanecer alerta y vigilante, listo a recibir ayuda y guía en cualquier forma que le venga. Puede que se le mantenga en contacto físico con un Instructor. O puede ser guiado desde dentro. O también puede que se le deje enteramente a sus propios recursos para que así desarrolle su fuerza interna y adquiera confianza en sí mismo. La forma de la ayuda variará conforme a las circunstancias y las necesidades más apremiantes del discípulo.

Mentores de menos categoría pueden también actuar como instrumentos imperfectos del Instructor Supremo, en proporción a su pureza mental, a su inegoísmo y a la conciliación de su mente con la Conciencia del Instructor Supremo.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:




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