Conocimiento de Si Mismo (80) Capítulo XXIV: Las 8 subdivisiones de la técnica yóguica (3)

Se verá, por tanto, que los deseos y tendencias de todas clases, ocultas en la mente subconsciente, no son la única fuente de perturbación para la mente. Las irregularidades en los movimientos de Prana en el doble-etérico son también causas de perturbación. Aquellas se eliminan por Yama y Niyama; estas otras se eliminan por Pranayama. El estudiante verá ahora más claramente la causa de que generalmente fracase en sus esfuerzos por concentrar la mente para sus meditaciones diarias. La ciencia Yóguica trata este problema de una manera científica: primero retira todas estas fuentes de perturbación, antes de comenzar la práctica trina de la Meditación.

Para los fines de la Yoga, no sirve el grado común de concentración que es suficiente en el trabajo intelectual. La intensidad de la Concentración hay que aumentarla progresivamente hasta pasar a la siguiente etapa de Contemplación y luego a la última etapa de Trance o Samadhi. Para lograr buen éxito en esto hay que eliminar primero, sistemáticamente, todas las otras fuentes de perturbación que no se originan en la mente misma.

Veamos ahora Pratyahara, la quinta subdivisión de la técnica Yóguica. El Aforismo 11-54 la describe así:

Pratyahara es como impedir el contacto de los sentidos con la mente, retirándolos de sus objetos.

Generalmente no se entiende bien el significado de Pratyahara y se han hecho interpretaciones de todas clases. El verdadero significado sólo puede comprenderse si la consideramos como una práctica para interrumpir completamente todas las conexiones de la mente con el mundo externo a través de los cinco órganos sensorios o Jnanendriyas como se les llama en sánscrito. De todos es sabido que por medio de estos órganos conocemos el mundo externo. Vibraciones o partículas de diferentes clases golpean los órganos sensorios, producen en ellos ciertas respuestas, y los nervios las llevan a ciertos centros cerebrales. Allí, por un proceso desconocido, los impulsos nerviosos se convierten en sensaciones. Esto es todo cuanto la Ciencia sabe. Pero según las investigaciones del Ocultismo, Prana y ciertos centros en el doble-etérico y en el cuerpo emocional también desempeñan un papel en este proceso. Lo que conduce a que se forme la imagen sensorial en la mente, es la unión de la mente con los centros cerebrales o los vehículos sutiles.

Una constante corriente de imágenes sensorias está fluyendo en la mente por medio de los órganos sensorios, mientras ella está en contacto con el mundo externo.

Es cierto que la mente no percibe todas las vibraciones que golpean los órganos sensorios.

No nota todas las vibraciones sonoras de todas clases que están golpeando el oído a todo momento. Cuando más absorta está la mente en alguna clase de actividad, menos nota estas vibraciones que sin embargo están constantemente golpeando los órganos sensorios. Pero esta interrupción entre el mundo externo y la mente por estar ésta concentrada en algún objeto, es involuntaria y parcial, y no impide que la mente sea perturbada por algún impacto sensorial externo suficientemente fuerte.

El objeto de Pratyahara es desconectar la mente del mundo externo, en forma completa y voluntaria, de modo que cuando el Yogui quiera penetrar en su mente y concentrarse en cualquier objeto o problema, pueda dejar fuera el mundo externo, voluntariamente, cerrando, como si dijéramos, las puertas de los órganos sensorios. Entonces puede concentrarse sobre lo que tiene en mente, sin la posibilidad de que la actividad de sus órganos sensorios lo distraiga o perturbe de ninguna manera. Los órganos siguen ahí, pero los sentidos que funcionan por medio de ellos se han retirado dentro de la mente. Recordemos que los sentidos hacen parte de la mente, que son como tentáculos que ella extiende hacia el mundo externo para recoger material o impresiones. La mente ha creado y perfeccionado lenta y laboriosamente los órganos sensorios, como instrumentos para su trabajo. En Pratyahara los recoge dentro de sí para poder ocuparse en la Meditación sin que ninguna clase de perturbación entre a ella por los canales de los órganos sensorios.

Con respecto al modo como opera Pratyahara, se verá que depende en parte del grado de concentración mental. Si la mente está suficientemente concentrada puede cerrarse automáticamente al mundo exterior. En etapas avanzadas de Yoga donde se necesita un grado muy alto de concentración durante largos períodos, se aprovecha el hecho de que los órganos sensorios funcionan gracias a Prana. De suerte que por manipulación de las corrientes Pránicas se puede detener el funcionamiento de los órganos sensorios, tal como por manipulación de la corriente eléctrica se puede apagar un aparato de radio o televisión. Esta es la razón de que la práctica de Pranayama que otorga control consciente sobre las corrientes Pránicas en el doble-etérico, precede a la práctica de Pratyahara. Explicada así la significación de este Aforismo algo enigmático, podernos pasar ahora a las tres últimas subdivisiones de la técnica Yóguica, a las cuales, se las llama Antaranga o internas, para distinguirlas de las cinco primeras que se llama Bahiranga o externas.

Dharana, Dhyana y Samadhi, que son procesos puramente mentales, son las técnicas reales y esenciales de la Yoga, mientras que las cinco prácticas anteriores son subsidiarias y meramente proveen las condiciones necesarias para las técnicas esenciales.

La impresión de que practicar Samadhi es algo extremadamente difícil o casi imposible, se basa en conceptos falsos. Tratamos de concentrar la mente en medio de todos los estorbos y condiciones desfavorables que son corrientes, y fracasamos en consecuencia sin lograr siquiera un mediano grado de concentración mental para meditar. Y de ahí sacamos en conclusión que eso es una tarea casi imposible para el hombre ordinario. Lo es si la intentamos sin ninguna preparación previa, tal como es tarea imposible para un estudiante escolar de aritmética resolver problemas de cálculo diferencial o integral. Pero si se colocan las bases de modo correcto y sistemático y se adelanta paso por paso, no hay ninguna dificultad insuperable para resolver problemas cuando se llega a una etapa más avanzada.

Similarmente, la práctica de Concentración, Contemplación y Trance es fácil después de que se ha hecho la preparación necesaria y se han llenado las condiciones requeridas. La mente es esencialmente fácil de controlar y manipular cuando se la ha librado de sus enredos, complejos y presiones que la distorsionan y estorban sus movimientos naturales y libres. El propósito de la Yoga externa es producir científicamente esto estado. Yama-Niyama elimina las perturbaciones producidas por emociones y deseos; Asana elimina las que causa el cuerpo físico; Prana las del doble-etérico, y, por último, Pratyahara suprime la actividad de los órganos sensorios. Y así ahora sólo queda por tratar la mente misma, libre ya de los enredos y presiones mencionados. El Yogui puede entonces practicar la Meditación sin ninguna dificultad extraordinaria y obtener las realizaciones mencionadas en capítulos anteriores, por la inhibición de las modificaciones de la mente. Como sucede en otros campos de la Ciencia, es fácil obtener resultados que parecían muy difíciles, si se aplican las técnicas adecuadas; y así sucede en la Ciencia de la Yoga.

Dharana, Dhyana y Samadhi son, como ya se dijo, los tres pasos progresivos de un proceso 
continuo, y difieren entre sí solamente en el grado de concentración y en la presencia de ciertas condiciones definitivas y bien definidas que los distinguen. Quedan unos pocos puntos de índole general que pueden indicarse para dilucidar ciertos conceptos falsos y aclarar la cuestión.

El primero es que el objeto particular sobre el cual se concentra la mente en este proceso triple, no es necesario que sea un objeto tangible. Puede ser cualquier cosa, o principio, o ley, o fenómeno o hecho de la existencia, cuya realidad se busca conocer por el proceso que se ha descrito como ‘conocer por conversión’ en un capítulo anterior. Este proceso triple que culmina en Samadhi, se llama en la terminología Yóguica Samyama. El Capítulo III de los Yoga da un gran número de ejemplos de los objetos sobre los cuales se puede practicar Samyama.

El resultado de ejecutar Samyama con buen éxito es el conocimiento de la Realidad del objeto que se quiere conocer. Y como cada pequeña porción de conocimiento real conlleva un poder correspondiente, Samyama o Meditación sobre cualquier objeto de esta manera, conduce al desarrollo de algún poder especifico asociado con ese conocimiento. Estos poderes se llaman Siddhis, y a veces se les menciona como poderes psíquicos. Pero solamente pueden llamarse poderes psíquicos ciertos poderes inferiores que se desarrollan por Samadhi, como la clarividencia, etc. Los poderes superiores que se desarrollan por los procedimientos de la Yoga superior, son realmente de índole espiritual y hay una diferencia enorme entre ellos y los poderes psíquicos conocidos.

Algunos de estos poderes psíquicos inferiores pueden desarrollarse por otros métodos también, tales como por el uso de ciertas yerbas, Mantras etc., como lo indica el Aforismo IV-1. No es necesario apelar a Samadhi para adquirirlos. En cambio, todos los poderes Yóguicos superiores solamente pueden desarrollarse por Samadhi como fruto de la evolución de la individualidad y del desenvolvimiento de estados de conciencia superiores. Estos poderes están siempre bajo el control del individuo y bajo su mando, porque los ha ganado en virtud del desenvolvimiento de su naturaleza espiritual.

No tiene por qué causarnos sorpresa que se desarrollen estos poderes especiales de gran variedad. Incluso en el campo de la mente inferior sabemos que cualquier clase de conocimiento, por trivial que sea, confiere a su poseedor cierta clase de poder. El conocimiento de cualquier oficio o profesión le confiere el poder de ganar dinero y obtener para sí mismo comodidades y lujos de muchas clases. El conocimiento que los científicos han obtenido acerca de la energía atómica les ha conferido el poder de mejorar los niveles de vida de la humanidad, o el de destruirla. ¿Por qué extrañarse, pues, si el conocimiento trascendental que obtiene el Yogui como resultado de desarrollar estados de conciencia superiores por métodos Yóguicos, le trae poderes de índole poco usual? No nos extrañarnos de que con una bomba de hidrógeno sea posible destruir una ciudad, pero sí nos extrañamos de que un Yogui pueda atravesar una pared o leer en las mente de otros.

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:






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