Conocimiento de Si Mismo (71) Capítulo XXII: Samadhi. La técnica esencial de la Yoga - 3
La palabra Samadhi se aplica a aquel estado más alto de meditación en que hay conciencia únicamente del objeto de meditación y no de la mente misma. Es la culminación de la meditación sobre un objeto cuya realidad hay que percibir directamente, y va precedida por otras dos etapas que se llaman Concentración (Dharana) y Contemplación (Dhyana). El yogui empieza por Concentración y cuando se ha perfeccionado en esto pasa a Contemplación, y cuando ésta es perfecta entra en Samadhi. Así las tres constituyen un proceso continuo de creciente profundidad de concentración, como lo definen los tres primeros Aforismos del Capítulo III que dicen:
1. Concentración es confinar la mente dentro de una zona mental limitada (definida por el objeto de concentración).
2. Contemplación es el fluir ininterrumpido (de la mente) hacia el objeto (escogido para meditar).
3. Samadhi es el mismo (estado de contemplación) cuando sólo se es consciente del objeto de meditación y no de la mente misma.
La diferencia entre estos tres estados progresivos de la meditación, y la manera como el uno conduce al otro, puede entenderse estudiando el comentario. Aquí sólo nos incumbe la naturaleza esencial de Samadhi, y para entenderla es necesario empezar por el Aforismo 41 del Capítulo 1 que dice:
41. Cuando se han inhibido casi por completo las modificaciones mentales, se produce la fusión entera del conocedor con la cognición y lo conocido, como sucede con una joya transparente (que reposa sobre la superficie coloreada).
Este Aforismo, algo enigmático, ilustra de un modo muy efectivo el estado de Samadhi por medio de un ejemplo simple. Ya se dijo que Samadhi es la técnica de percibir la realidad de cualquier objeto o cosa que esté al alcance de la mente. Sabemos también que realizar es conocer por conversión’, o sea por convertirse la mente en la naturaleza misma del objeto cuya realidad se quiere percibir. También se sabe que la percepción ordinaria se basa en una relación entre el sujeto y el objeto, en la cual está presente una triplicidad de conocedor, conocimiento y lo conocido, los cuales deben fusionarse en un estado integrado de conciencia. Todas estas ideas implicadas en Samadhi quedan ilustradas en el ejemplo que da este Aforismo. Tratemos de meditarlo cuidadosamente para captar su verdadera importancia con relación a Samadhi.
Supongamos que extendemos un bello lienzo o cuadro sobre una mesa y lo cubrimos con un vidrio plano opaco. La pintura desaparece bajo el vidrio opaco y ninguna de sus partes es visible desde arriba. Imaginemos ahora que por algún procedimiento químico podemos hacer perfectamente transparente cualquier porción del vidrio. Marcamos un círculo en el vidrio y aplicamos ese tratamiento dentro de él. Esa porción se va haciendo menos opaca hasta que queda transparente. Entonces la porción del lienzo que está bajo ese círculo se hace visible y el resto sigue oculto. Esa porción del vidrio ya no obstruye la luz como el resto del vidrio. El vidrio sigue ahí, pero en esa porción se ha asimilado con la parte del lienzo que ahora es visible. Podemos marcar otra porción y repetir el proceso para hacer visible esa porción.
Lo que tenemos que notar bien, es que la porción del vidrio que pierde su opacidad y se vuelve transparente, se asimila con la correspondiente porción del cuadro, aunque el vidrio sigue ahí. Y que lo que lo capacita para asimilarse con los colores y figuras de la porción del cuadro, es el haberle quitado su opacidad.
Nótese también que este proceso de tratar diferentes porciones del vidrio para que la luz llegue a diferentes porciones del lienzo puede ser selectivo.
Y nótese también que la “individualidad” de cualquier porción del vidrio opaco depende de los estorbos que se le han colocado para opacarlo. Sin esos estorbos cesaría de tener existencia separada propia. Cada porción del vidrio opaco difiere de las otras según la calidad y cantidad del material opacante. Pero cuando pierde los estorbos que la hacen opaca, se vuelve transparente y será igual a cualquier otra porción que haya sido tratada por el mismo procedimiento. De suerte que podemos decir metafóricamente que la asimilación del vidrio con el cuadro, o su unificación con él, depende de que el vidrio opaco pierda su ‘individualidad’ o ‘yo-idad’. Quienes hayan entendido suficientemente la técnica de Samadhi apreciará la belleza con que este ejemplo ilustra el proceso de ‘conocer por conversión’.
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