Conocimiento de Si Mismo (68) Capítulo XXI: Medios de desarrollar la devoción. 5

Las cosas externas no son realmente las culpables. Lo que importa es el amor en nuestros corazones, el discernimiento claro de los engaños de la vida, y la consiguiente determinación a superar estas ilusiones. Cuando la luz del discernimiento resplandece en nuestras mentes y el amor de lo Divino llena nuestros corazones, no importa realmente cómo vivimos ni qué poseemos en el mundo físico. Nos consideramos simplemente como servidores de nuestro Señor y estaremos listos a dejarlo todo cuando quiera que las circunstancias lo hagan necesario o deseable.

De suerte, pues, que la cuestión real en lo que respecta a esto, es adquirir la actitud recta y desarrollar aquel desapego interno amplio que se basa en un agudo discernimiento y con una riqueza interna que no necesita de nada externo para ser plena. No digo que no debiéramos renunciar a ciertas cosas para desarrollar la actitud correcta de desprendimiento. Podemos hacerlo si eso nos ayuda; pero debemos mantener nuestra mente fija en la actitud y estados mentales internos, y no confiarnos únicamente en esos cambios externos de ambiente y de modo particulares de vivir en el mundo. Miremos en torno nuestro y aprendamos de las vidas de personas que ponen toda su fe en las cosas externas y se dan cuenta cuando ya es demasiado tarde de que esas cosas no valen nada. Esas cosas engendran a veces un falso sentido de seguridad y aun de orgullo, y nos adormecen en cuanto a lo espiritual.

También es necesario considerar a este respecto la cuestión del amor a nuestros seres queridos. Cuando este amor no va acompañado de discernimiento, también puede crear ataduras. Generalmente ejerce una atracción más poderosa que las cosas inanimadas, y puede atarnos más tenazmente a los mundos inferiores. ¿Qué hacer con estos afectos que hemos desarrollado durante el curso de nuestra evolución por repetidas asociaciones con diferentes almas? ¿Hemos de matar esos amores, como lo recomiendan muchos equivocados Vedantistas?

Este es un problema difícil: cómo preservar y desarrollar las semillas del amor en nuestras relaciones personales, y sin embargo no dejar que se conviertan en grilletes. Por medio de esos amores se ha desarrollado nuestra capacidad de amar. Matarlos sería realmente dar un paso atrás y volvernos menos sensibles y menos idóneos para recorrer el Sendero de la Liberación. Pero eso es lo que muchos tratan de hacer en India bajo la inspiración y guía de sus gurús, con lo cual se tornan duros de corazón e indiferentes a los clamores de la humanidad doliente y a los llamados del afecto humano. Evidentemente, ese es un acceso totalmente falso.

En esto también la clave está en el discernimiento. Debemos amar, sí, pero amar sabiamente. Lo malo del amor humano no es el amar, sino el apegarse a las personas hasta el punto de afectar la libertad de nuestra mente y torcer nuestro criterio. Tenernos, pues, que ajustar nuestra actitud hacia la gente a quien amarnos, de tal manera que conservemos intacto el amor y sin embargo no dejemos que se convierta en un grillete. Esto es difícil, como lo son todos los ajustes que requieren inteligencia. Es más fácil matar todos esos amores y volvernos duros e insensibles. Pero hacerlo así sería como botar el bebé junto con el agua de la bañera, y correr el peligro de desviarnos gradualmente del camino de la Derecha.

No hay en realidad ninguna solución efectiva y permanente para este problema, excepto en el desarrollo de aquella conciencia de nuestra unidad con la Vida Divina, que nos permitirá ver a Dios en todo y a todo en Dios. Pues cuando nace en nuestros corazones el Amor mayor, como fruto de esa conciencia, todos los amores menores pasan a ocupar su lugar propio y los vemos y sentimos en relación con el telón de fondo de ese Amor mayor.

Cierta vez un discípulo le preguntó al Buddha si él amaba todavía a su hijo. El Buddhi le respondió que sí. Y como el discípulo pareció sorprenderse, el Buddha agregó: “El Amor mayor contiene todos los amores menores”.

He aquí el secreto de amar sabiamente: la capacidad de ver todos los amores menores y personales como reflejo de aquel omniabarcante Amor que abraza a todas las criaturas vivientes. De modo que no nos preocupemos en demasía por estos amores personales. Pero concentremos todo nuestro es fuerzo en desarrollar aquel Amor mayor. Cuando lo logremos aunque sea en medida limitada, el problema de nuestros amores personales quedará resuelto de modo automático y natural.

Hay muchos Aforismos en los Bhakti-Sutras de Narada que describen ciertas características mentales y morales que tiene que desarrollar el que aspira a recorrer el Sendero de la Devoción. Como esta cuestión ha sido discutida ya en la Parte II de este libro, no necesitamos considerarla aquí.

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:






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