Conocimiento de Si Mismo (67) Capítulo XXI: Medios de desarrollar la devoción. 4

Consideremos lo que dice Luz en el Sendero, cuyos primeros seis aforismos son: 

1. Mata la ambición.

2. Mata el deseo de vida.

3. Mata el deseo de comodidad.

4. Mata todo sentido de separatividad.

5. Mata todo deseo de sensación.

6. Mata la sed de crecimiento.

Y sigue luego otro juego de seis aforismos, así:

1. Desea solamente lo que está dentro de ti.

2. Desea solamente lo que está más allá de ti.

3. Desea solamente lo inalcanzable.

4. Desea ardientemente el poder.

5. Desea fervientemente la paz.

6. Desea por encima de toda posesión.

El primer juego son deseos de la personalidad. El segundo, deseos de la Individualidad espiritual o Yo Superior. Se verá, por tanto, que lo que hay que eliminar no son todos los deseos, sino únicamente los inferiores. Incluso puede uno desear poder y posesiones, pero deben pertenecer al Alma pura o Yo Superior.

Regresando a nuestro punto, podemos preguntar: ¿Con que incentivos o deseos hay que reemplazar los deseos personales que generalmente nos mueven, a fin de anular su potencialidad de producir Karmas indeseables en el futuro? La respuesta que da el Bhagavad-Gita para los que recorren el Sendero de Devoción es bastante clara: Dedicar todas las acciones a Dios, hacerlas todas en Su servicio o como ofrendas a Él. Este cambio de incentivo elimina la potencialidad de la acción para producir Karma personal inferior. Pero aún más, introduce otro efecto potente que ayuda positivamente al de voto a avanzar hacia su meta de unirse con su Amado. Piénsese en el efecto de ofrecer todas nuestras acciones al Señor. Si sinceramente Le ofrecemos una flor o una plegaria, nuestro corazón se eleva inmediatamente y se llena de devoción, en mayor o menor medida, según nuestra actitud. Esta ofrenda de todas nuestras acciones durante todo el día puede establecer un estado continuo de adoración que atrae en respuesta la gracia Divina y hace que nuestra devoción crezca inmensamente. 

Algunos consideran que este tipo de acción sin motivos personales es como un tedioso y árido cumplimiento de obligaciones; y lo evitan con horror. No se dan cuenta de que para el verdadero devoto significa ofrecer gozosamente su vida a su Señor; un perpetuo festín de amor si hay verdadero amor en el corazón. Borra de nuestra vida toda la apatía y frustración y opacidad de que adolece la mayoría de la gente. Nos permite cumplir las tareas más desagradables y tediosas con una canción en el alma, pues sentimos que estamos haciéndolas para el Señor. Y a medida que perseveramos en esta práctica y nos perfeccionamos en la técnica de acción sin deseos personales, se produce un cambio muy sutil en nuestro interior: Nos volvemos instrumentos cada vez más eficaces de la vida y el amor del Señor. Vemos que Su poder, Su amor y Su auxilio van llegando por medio nuestro a quienes nos rodean, con prescidencia de uno mismo. Uno se convierte en un mero canal, pero por este canal fluyen la vida y amor de El.

Y luego viene otra realización en una etapa más avanzada: Descubre uno que el Señor habita en su corazón y dirige todas sus acciones. Siempre ha estado Él haciendo esto, pero no nos dábamos cuenta de ello en nuestro egoísmo y falsa creencia de que somos los actores; poníamos toda clase de obstáculos en Su camino y obstruíamos el fluir de Su poder y amor. Pero ahora sabemos y nos entregamos totalmente a Su directiva y a Su corriente interna. El Señor gobierna ahora dentro de uno, y uno está feliz de ser instrumento Suyo.

Esta es la consumación de Karma Yoga.

14) La devoción se desarrolla al renunciar a los objetos y al apego a ellos. (35)

Este Aforismo indica la necesidad de librar nuestra mente de apegos a toda clase de objetos en el mundo. Este requisito preocupa y hasta alarma a muchos aspirantes, porque les parece que tienen que prescindir de todo cuanto poseen y consideran necesario para su comodidad o placer. Es cierto sin duda que una mente apegada a mil y mil cosas, difícilmente está en condiciones de ser un instrumento bueno para la empresa divina de descubrir el Ser. Será como un lastre pesado que mantendrá la mente anclada al mundo inferior a pesar de nuestra aspiración y deseo de libertarnos de sus limitaciones.

Por eso debemos tener bien claro cuál es nuestro propósito, y adoptar los medios justos para llegar a nuestra meta. ¿El apego de la mente al mundo inferior, depende de la cantidad de cosas de que nos rodeamos y a las que nos apegamos? ¿Una persona que posee mil cosas, está necesariamente más apegada que otra que sólo posee diez? ¿Un mendigo que no posee nada, no está atado? Las respuestas son obvias. Nuestro apego a este mundo no depende de la cantidad de cosas, sino de nuestra actitud hacia ellas y nuestro discernimiento; de hasta qué punto vemos en su correcta perspectiva el mundo y sus problemas, sin las ilusiones que el deseo teje en torno de nuestras posesiones y afanes mundanos. El estado de la mente es el factor más importante en este problema, y no ambiente y su contenido.

Cierto es que si se ha desarrollado adecuadamente en nosotros el discernimiento, no nos rodearemos de tantas cosas innecesarias que implican derroche de tiempo y energías, primero para adquirirlas y luego para conservarlas. Pero a veces Karma nos coloca en situaciones en que esas cosas se nos presentan, aún contra nuestro querer, o puede que nuestro trabajo exija el uso de muchas cosas que otros consideran innecesarias. Prescindir de estas cosas con la idea de que así nos haremos menos apegados, es una falsa esperanza.

Si no tenemos amor en nuestros corazones ni hemos despertado el discernimiento, de nada nos servirá adoptar la vida de un fakir. Tarde o temprano nuestros deseos nos obligarán a regresar al mundo que creíamos haber dejado. He visto personas que se van a vivir en cuevas en los Himalayas durante años, y regresan de allí tan pobres y mezquinas como antes.


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