Conocimiento de Si Mismo (65) Capítulo XXI: Medios de desarrollar la devoción. 2
He aquí lo que Shri Krishna dice en el Bhaga vad-Gita (versículo 90 y 40 de la Estancia IV), acerca del hombre que tiene verdadera fe o Shraddha y el que duda:
“El hombre lleno de fe obtiene la sabiduría, y también el que domina sus sentidos. Y una vez lograda la sabiduría llega velozmente a la Suprema Paz. Pero el ignorante, sin fe, que duda, marcha hacia su perdición. Ni en este mundo ni en el más allá hay siquiera felicidad ordinaria para el que duda Me parece que estas afirmaciones son bastante inequívocas y debieran eliminar toda duda de los escépticos habituales acerca de la prudencia y la necesidad de dudar en las cosas pertinentes a la vida superior.
Si bien este hábito de dudar afecta en alto grado a unos cuantos, todos adolecemos en cierta medida de dudas escondidas en nuestra mente sin que nos demos cuenta. Estas dudas son las que nos impiden seguir con sinceridad y de todo corazón las instrucciones de nuestros grandes Instructores y ensayar lealmente los métodos que nos indican para desenvolver nuestra naturaleza espiritual. Los aceptamos mentalmente pero no de todo corazón. Guardamos reservas mentales inconscientemente. El hecho mismo de no estar dispuestos a ensayar seriamente esos métodos demuestra la presencia de estas dudas ocultas.
¡Cómo nos perdemos de algunos de los máximos dones que la vida nos brinda, por no querer siquiera ensayar estos métodos bien probados que otros han ensayado con buen éxito. Esto me recuerda algo que leí sobre dos ingleses, uno de los cuales creía firmemente en el escepticismo general de la gente, y el otro no. Hicieron una apuesta de cien Libras Esterlinas. El que tenía fe implícita en la tendencia del hombre ordinario a la duda, dijo: “Permaneceré en el Puente del Támesis durante quince minutos, con cien monedas de oro de una Libra en un platillo, ofreciéndolas al precio de un penique cada una. Si alguien me compra siquiera una moneda en ese tiempo, usted gana. Si no vendo ninguna, usted pierde”. Se estuvo allí tal como se convino. La gente se acercaba divertida, pero todos se consideraban muy listos como para caer en la trampa que suponían. Y así ninguna de los centenares de personas a quienes se hizo la oferta compró ni una sola moneda. La mayoría de nosotros somos como esas gentes.
Los grandes Instructores de la humanidad, los santos y sabios que han recorrido el Sendero y llegado a la meta, nos ofrecen las preciosas verdades de la vida espiritual con toda honradez, pero no tomamos en serio sus ofertas. Nos dicen que dentro de nuestros corazones se oculta una maravillosa Realidad, y que podemos descubrirla si hacemos los esfuerzos necesarios y estamos dispuestos a sacrificar nuestros placeres ilusorios a cambio de la Vida Eterna que nos aguarda. Les rendimos homenaje labial, pero no hacemos nada más, o a lo sumo lo hacemos con desgano. ¿Por qué? Por las dudas que abrigamos en la mente. Claro que probablemente en muchos casos lo que ocurre es que aún no estamos listos para ese glorioso destino que nos aguarda, y esta falta de preparación se traduce en dudas. Nada hay que haga tan inaccesible una verdad, para la gente en general, como el escepticismo. Por eso uno de los Maestros dijo que la mejor salvaguardia contra el mal uso de los conocimientos y poderes ocultos es el escepticismo de quienes podrían usarlos mal. Y por eso ellos no se empeñan en que todas las gentes acepten estas verdades ocultas.
Pues bien, Ananyata es una de esas verdades preciosas que posee tremendas potencialidades para el desarrollo de la devoción. Pero ¿cuántos habrá que la tomen en serio y la ensayen con lealtad?...
Pasemos ahora al segundo requisito indicado en el 12 Aforismo. En la forma en que se da aquí parece que fuera aplicable únicamente a los hindús que tienen los Vedas como autoridad en cuestiones religiosas. Los Vedas contienen enseñanzas adecuadas a todas las etapas del desarrollo humano, y rituales para los que buscan los goces de este mundo o del plano celestial, y también las enseñanzas de los Upanishad para quienes han comprendido la naturaleza ilusoria de este mundo y están dispuestos a emprender la tarea ardua de descubrir la Verdad o Realidad oculta en su interior. A cada quien se le deja en libertad de escoger el camino que más le atraiga, aunque la ortodoxia trata de imponer diversas restricciones que nadie toma en serio en estos días.
Si examinamos este Aforismo cuidadosamente, veremos que lo que recomienda es nada más ni nada menos que una vida justa y recta, en el sentido más amplio y universal de estos términos. Una vida que se vive estricta y escrupulosamente en conformidad con lo que nuestro corazón nos dice que es justo, y no con lo que vemos a través de los velos de nuestros deseos. Posiblemente esta cualidad tiene alguna conexión con la misteriosa palabra sánscrita Rita de la religión y filosofía Hindú, que denota el dinámico orden moral que sostiene al universo y lo hace desenvolverse en el campo espacio-temporal. Rita es aquella ley oculta del desenvolvimiento Divino que tiene sus raíces en la Ideación Divina y en la Voluntad Divina y que determina la rectitud intrínseca de todo movimiento y de todo acto, en cualquier momento y lugar, en lo individual y en lo colectivo. Todo lo que está en armonía con Rita es justo; lo que no lo está, es falso o malo.
No ahondaremos aquí en el aspecto filosófico de la rectitud o justicia; pero sí consideraremos su aspecto práctico como un requisito necesario a todos los que huellan el Sendero hacia la Perfección y Liberación.
El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:
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