Conocimiento de Sí Mismo (51).- Capítulo XVII: Lo Irreal Del Mundo Que Vemos - 2

Es muy probable que así como el examen del mundo en que vivimos nos muestra que es mucho peor de lo que pensábamos, y estimula el propósito de dejar este mundo, también el examen del mundo al que aspiramos entrar nos mostrará que es inmensamente más bello y maravilloso de lo que podíamos crear con nuestro intelecto atado por los engaños y preocupaciones del mundo en que estamos. Y también estimule en mayor grado el propósito de entrar a él, con todo el fervor y el entusiasmo que dan una verdadera inspiración y un impulso espiritual.

Bajo el doble impacto de estos dos estímulos, uno que tiende a debilitar nuestra atracción hacia este mundo irreal, y otro que tiende a fortalecer nuestra atracción hacia el mundo de la Realidad, es posible que nos sintamos suficientemente impelidos a empezar a marchar en la recta dirección. Una vez que hayamos empezado con toda sinceridad, es probable que continuemos avanzando en la dirección deseada, con creciente ímpetu y determinación. Pues en el caso de la mayoría de nosotros, lo difícil es comenzar. Pensamos que hemos comenzado cuando no hemos hecho sino adoptar cierto modo externo de vivir y ciertas actividades físicas o mentales. Pero si no hay un genuino impulso interno, esas actividades suelen degenerar en meras rutinas que seguimos practicando haciéndonos la ilusión de que estamos progresando hacia nuestra meta. Sólo comenzamos en verdad cuando hay un impulso real interno que tendrá aquella calidad y dinamismo que garantizan verdadero progreso.

Empecemos por el examen del mundo en que vivimos y que conocemos. Este examen puede hacerse mentalmente de muchas maneras. Primeramente, con respecto a su existencia en el plano físico. Para ello se pueden tomar separadamente tres líneas de investigación, a saber: (a) El espacio tan insignificante que nuestra tierra ocupa en el Universo; (b) la naturaleza del Tiempo como una gran marea que avanza destruyendo a su paso, inexorablemente, todo cuanto encuentra; y, (c) el carácter ilusorio de los objetos en medio de los cuales vivimos y nos movemos en el plano físico. Procúrese que estas investigaciones no se basen en especulaciones o razonamientos filosóficos, sino en hechos científicos concretos irrefutables.

La investigación ha de hacerla cada uno de por sí; pero vale la pena llamar la atención del lector hacia unos pocos datos de naturaleza científica, como para ilustrar el método.

Cualquiera que revise, aun someramente, los muchos datos interesantes recogidos por los astrónomos acerca del Universo físico, se sorprenderá al ver el puesto tan insignificante que ocupa nuestra tierra en este universo infinito, y el puesto tan diminuto que cada individuo ocupa como ser físico en esta tierra. Se ha calculado que un corcho flotando en la superficie del Océano Atlántico tiene más significación, desde el punto de vista físico, que la que tiene la Tierra recorriendo su órbita solitaria en el inmenso océano del espacio físico. Y que un pequeño insecto moviéndose en una colina tiene mayor significación desde el punto de vista físico que un hombre moviéndose sobre la tierra.

Al presentar estos hechos a la gente, la mayoría diría: ‘Sí, sabemos que todo eso es así; pero ¿qué hay con ello?” Y esa es la cuestión: vemos esos hechos tan espantosos, como meros hechos pero no captamos en absoluto su significación. Si viéramos una colonia de hormigas que caminan sobre un tronco de madera que flota sobre el océano, y pudiéramos penetrar en su conciencia y las encontráramos que están haciendo muchos planes y tomándose en serio, nos reiríamos de su incapacidad para darse cuenta de lo precario e insignificante de su situación. Pero nosotros estamos en una situación peor, desde el punto de vista físico, y no nos damos cuenta de ello en absoluto; no nos percatamos de la ilusión que nos hace vivir nuestra vida complaciente normal sin siquiera preocuparnos ni pensar en la terrible situación en que estamos colocados como entes físicos.

Miremos el mismo problema desde el punto de vista no ya del espacio sino del Tiempo. ¿Sabemos que la gran marea del Tiempo está avanzando implacablemente detrás de nosotros, devorando todo? No sólo seres humanos sino civilizaciones y aun sistemas solares, están desapareciendo continuamente bajo esa marca. Nada es capaz de detener esa gran marea en la que los siglos pasan al olvido como en un instante e comparación con la vida del Universo. Cierto que un futuro ilimitado nos aguarda; pero ese futuro también va a correr el mismo destino al pasar la línea imaginaria que separa siempre el pasado del futuro. ¿Somos conscientes de esta terrible realidad que afecta nuestra propia existencia? Claro que intelectualmente la vemos; pero ¿nos damos cuenta de su significación real? Absolutamente; si nos diéramos cuenta no permaneceríamos indiferentes; no podríamos seguir contentándonos con vivir como simples criaturas físicas, sin tratar por lo menos de rasgar el velo de Maya que engaña nuestras mentes y hace que nos contentemos con este mero existir físico. Si fuéramos realmente conscientes, se marchitarían inmediatamente todas nuestras mezquinas ambiciones y deseos de vanagloria. Y no nos tomaríamos tan en serio como lo hacemos, ni a nosotros mismos ni a nuestras ambiciones personales.

Miremos ahora desde otro ángulo el mismo problema. Si estudiamos la constitución de la materia según los descubrimientos científicos, veremos inmediatamente la completa ilusión en que se sostiene nuestro universo físico. Los objetos que consideramos sólidos y tangibles, no son nada más que compuestos de átomos y moléculas cuyas vibraciones afectan a los átomos y moléculas de los órganos sensorios de nuestro propio cuerpo. Y ¿qué son estos átomos y moléculas? Prácticamente son espacio vacío con puntos que están estacionados o que se mueven a velocidades increíbles e inimaginables. Se ha calculado que si se condensara el cuerpo de un hombre eliminando todo espacio vacío, quedaría reducido a una partícula tan pequeña que para verla se requeriría un lente de aumento.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:






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