Conocimiento de Sí Mismo (48). Capítulo XVI - Desarrollo del poder atmico -2

Quienes estén familiarizados con las recientes investigaciones en psicoanálisis, saben que los ‘complejos’ mentales hay que hacérselos conocer al sujeto: que el sujeto tiene que darse cuenta de que existen, y entonces se resuelven naturalmente.

Algo similar ocurre con muchas de nuestras tendencias que a veces están estrechamente relacionadas con estos complejos basta reconocerlas para que desaparezcan. Pero hay otras que no se disipan de esa manera y hay que eliminarlas por la aplicación cuidadosa de leyes psicológicas, combinada con una presión suave pero firme de la Voluntad. Este segundo método es parte importante de la Ciencia de la formación del carácter; pero no es necesario entrar en esta cuestión ahora.

Cuando se ha desarrollado suficientemente esta capacidad de no reaccionar los cuerpos permanecen inafectados por el impacto de estímulos externos, y responden únicamente a los que vienen del Alma Individual. La respuesta puede convertirse o no en acción, según lo determine el Alma. Podemos adiestrar el cuerpo emocional para que no responda a vibraciones sensuales; o para que responda con vibraciones de amor a las de odio. En ambos casos, la respuesta estará determinada por la Voluntad, y no será mecánica.

El cultivo de esta cualidad de no reaccionar, desarrolla esa Auto-determinación que caracteriza a aquellos en quienes el Alma Individual se ha convertido en el gobernador Interno. Esta facultad deben desarrollarla los que quieran que la Voluntad espiritual gobierne supremamente su vida. Cuanto más desarrollemos esta cualidad de no reaccionar, más serán nuestros actos la expresión de la Divina vida interna en vez de ser meramente productos de las tendencias de nuestros cuerpos inferiores. Lo que hagamos bajo tales condiciones tendrá cierto toque de inevitabilidad y estará enteramente libre de egoísmo.

Luego de estas consideraciones preliminares que son de la mayor importancia para comprender esta cuestión del desarrollo de la Voluntad espiritual, podemos pasar a métodos más específicos para este propósito. Sólo pueden darse aquí principios generales que pueden aplicarse a la vida de muchos modos, según el temperamento y las circunstancias de cada persona.

Hemos visto que la Voluntad tiene la función de controlar las actividades de los cuerpos inferiores, y también la de suministrarles la energía potencial para sus actividades. Ese control tiene dos aspectos, ambos de igual importancia. El primero puede llamarse la “inhibición’, y el segundo la ‘regulación’ de las actividades. En todos los tres planos de la personalidad hay que prestarle atención a ambos aspectos del control si se quiere lograr que los vehículos funcionen en perfecta coordinación y armonía.

Con respecto a la inhibición, hay que recordar que el poder de inhibir actividades de los cuerpos puede desarrollarse únicamente con prácticas prolongadas de varias clases. Es bueno empezar inhibiendo actividades positivamente dañosas. Por ejemplo, en la esfera de la mente podemos dirigir nuestro esfuerzo a la inhibición de todo pensamiento malo. En la esfera de las emociones, podemos tratar de inhibir cualquier forma de odio. Y en el campo físico, podemos tratar de inhibir los malos hábitos que socavan la salud del cuerpo. Después de que se han eliminado estas actividades positivamente dañosas, podemos pasar a eliminar gradualmente otras actividades inútiles que aparentemente no son dañosas pero que minan nuestra vitalidad e implican el desperdicio de mucho tiempo.

Si escudriñamos minuciosamente nuestra vida hallaremos que consumimos una gran proporción de tiempo y energías en actividades inútiles, en busca de excitaciones de diversas clases, y en ganar dinero que jamás necesitaremos, en compromisos sociales que no sirven sino para matar el tiempo que pesa demasiado en nuestras manos. Todas esas actividades debemos eh minarlas de nuestra vida en forma gradual pero incesante, si realmente nos hemos dedicado de corazón a esta tarea de ver que la Voluntad domine. Cada onza de nuestra fuerza se necesitará para esa tarea, y hemos de economizarla cuidadosa y sistemáticamente.

Estas prácticas para inhibir las actividades dañinas o inútiles, nos ayudarán a adquirir paso a paso aquella rara cualidad que nos capacite para inhibir completamente las actividades de los tres cuerpos inferiores cuando quiera que ello sea necesario. Esto significa la adquisición del poder de la perfecta concentración de la mente, de la perfecta calma del cuerpo emocional, y de la perfecta quietud del cuerpo físico, para mantenerlos así todo el tiempo que se quiera. La culminación y la manifestación más elevada de este poder de inhibición se observa en el Yogui sentado en Samadhi en completa quietud corporal y con su actividad mental y emocional reducida al nivel cero. Pues mientras no se puedan inhibir por completo las actividades de los tres cuerpos inferiores reduciéndolos a una especie de parálisis, la conciencia no estará libre para trabajar en los planos superiores y obtener el conocimiento de esos planos.

El segundo aspecto del control por medio de la Voluntad, se muestra en una actividad regulada de los cuerpos. En esto, como en el caso de la inhibición, tenemos que considerar todos los tres cuerpos inferiores, no sólo porque a los tres los necesita el Individuo para trabajar en los planos inferiores, sino también porque la efectividad del trabajo en el mundo externo y la cantidad de fuerza que pueda traerse de los planos superiores a los inferiores, dependen de su funcionamiento coordinado y armonioso. El Alma Individual tiene que, por decirlo así, manejar un tronco de tres caballos, cualquiera de los cuales puede retardar su progreso y estorbar su trabajo con su actitud y sus movimientos erráticos. Los que empiezan a practicar meditación se dan cuenta inmediatamente de la necesidad de que los tres cuerpos inferiores trabajen en armonía. Si el cuerpo físico está enfermo y desentonado, o las emociones están perturbadas, se afecta inmediatamente la concentración de la mente y se ve más o menos interrumpida la corriente de inspiración y fuerza de los planos superiores.

Al estudiar la acción contralora de la Voluntad sobre las actividades de los tres vehículos inferiores, parece mejor considerar por separado los tres aspectos importantes de esta función reguladora. El primero de estos aspectos se encuentra cuando uno inicia nuevas actividades. Es fácil trabajar en actividades acostumbradas, o emprender actividades relacionadas con placeres. La fuerza del hábito, del deseo, nos permite vencer la inercia natural o tamas de nuestros cuerpos. Pero cuando nos toca iniciar actividades nuevas que no conllevan ninguna clase de placer, tenernos que recurrir al poder de Voluntad. Así tenemos que prácticamente no se necesita ejercer la Voluntad para jugar una partida de tenis, o para enviar pensamientos de afecto a un ser querido, o para leer una novela interesante; pero en cambio nuestros cuerpos presentan una gran resistencia cuando empezamos a aprender mecanografía, o cuando queremos enviar pensamientos afectuosos a una persona que nos disgusta, o cuando queremos aprender otro idioma, y en estos casos sí tenemos que emplear el poder Volitivo para llevar a cabo nuestro propósito.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:




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