Conocimiento de sí mismo (47) Capítulo XVI. Desarrollo del poder atmico.

Vamos a considerar los métodos que pueden usarse para desarrollar el supremo poder espiritual de la Voluntad, que tiene su origen en el plano Atmico. Como se recalcó en las páginas anteriores, mientras estemos confinados en la conciencia del plano físico no podemos tratar sino con las manifestaciones de la Voluntad en ese plano y será inútil tratar de comprender o controlar las energías tan potentes que se generan en el plano Atmico. Esas energías estarán fuera de nuestro alcance y así seguirán hasta que nuestro desarrollo interno nos permita trascender el plano físico y actuar en los planos espirituales superiores.

El mejor método para estudiar la función de la Voluntad en nuestra vida cotidiana en el plano físico, es comenzar por lo general y descender paso a paso a lo particular; tratar primero con la función contralora general, y luego con las funciones menores que de ella se derivan.

El primer paso para intensificar la influencia de la Voluntad en nuestra vida consiste en procurar elevar el centro de la conciencia desde el campo de la personalidad al de la individualidad. Mientras estemos sumergidos por completo en los intereses y engaños de la personalidad, nos será imposible manifestar la verdadera Voluntad espiritual que tiene su fuente en el plano Atmico. Hay que despejar el pasaje entre lo superior y lo inferior para que fluya continuamente la vida Divina que lleva consigo sabiduría, poder y amor.

Podemos exponer aquí, a manera de ilustración, unas pocas prácticas preliminares tendientes a que la Voluntad espiritual sea un factor más dominante en nuestra vida. Estas prácticas producen dos efectos; por una parte, desarrollar gradual mente el hábito de disociarse del punto de mira y de las actitudes de la personalidad; y, por otra, acostumbrar los vehículos inferiores al control y dirección del Yo Superior. Estas prácticas son apenas de carácter general y elemental. La Voluntad Atmica no puede controlar y usar plenamente los vehículos inferiores sino cuando ya el Individuo ha emprendido el sendero de la Yoga y ha avanzado considerablemente por él. En efecto, la prosecución del ideal Yóguico significa trabajar para que Atma sea el Regente supremo en la vida del Yogui que se esfuerza por hollar sistemáticamente el sendero de la Raja Yoga.

La primera de estas prácticas consiste en cultivar el hábito de recordar constantemente nuestra verdadera naturaleza y el propósito de nuestra vida. Esto presupone que el candidato ha reflexionado ya profundamente sobre los problemas de la vida; que se ha dado cuenta de la necesidad urgente de superar las flaquezas e ilusiones de la personalidad, y, que tiene cierta idea clara de que la conciencia superior le exige que modifique su actitud hacia las circunstancias de la vida. Este hábito de recordación no se forma con tomar simplemente una resolución en ese sentido, sino con perseverar en ella durante años en forma intensa y persistente. Nuestros vehículos inferiores se han acostumbrado a funcionar de una manera incontrolada y caótica, vida tras vida, actuando cada vehículo según sus propensiones, y por eso es difícil la tarea de alinearlos con nuestro propósito vital. Se necesitará un control cada vez mayor, y una constante vigilancia. No nos hemos habituado a subyugar nuestros cuerpos inferiores ni a mantener centrada la conciencia en lo superior; y durante mucho tiempo reincidiremos una y otra vez en el descuido, dejando que nuestros vehículos funcionen caóticamente. Eso es inevitable en las primeras etapas, pero si persistimos en el esfuerzo por superar esa actitud de la personalidad, el centro de nuestra conciencia irá deslizándose hacia adentro, y así crecerá nuestro poder de ver en su recta perspectiva los problemas de la vida y triunfar en su solución. La persona irá actuando cada vez mejor desde el Centro, desde la sede de la Voluntad.

De modo, pues, que todos los que aspiramos a impartirle a nuestra personalidad el poder de Atma, procuremos primero poner todas nuestras aspiraciones y actividades menores dentro de la influencia magnética de un propósito dinámico relacionado con nuestro destino superior. Enjaecemos todos nuestros poderes y facultades al servicio de ese propósito mayor.

Sujetemos firmemente nuestros vehículos y, como conductores expertos, guiemos la carroza de nuestra vida hacia la meta de la iluminación. Esta imagen de nuestro Yo Superior, por simbólica que sea, pinta correctamente el verdadero propósito de nuestro Ser íntimo. Mantengámoslo constantemente ante nuestros ojos y tratemos de asemejar nuestra vida a él gradualmente.

Dentro de la estructura de esta actitud general consideremos ahora la cuestión principal de someter nuestros vehículos a control, la cual es una de las funciones principales y esenciales de la Voluntad en los planos inferiores. ¿Qué significa este control? En sentido general, significa dos cosas: Primera, que cada vehículo ha de convertirse en un instrumento eficaz y voluntario del Yo Superior. Y, segunda, que cada vehículo actúe únicamente en respuesta a los mandatos internos y esté en guardia contra los impulsos que vienen de fuera o que surjan por automatismo. Veamos lo que significan estas dos indicaciones generales.

Con respecto a la primera, recordemos que por el ambiente en que hemos crecido y por las tendencias que traemos de vidas anteriores, nuestros cuerpos físico, emocional y mental han adquirido cierta individualidad propia y oponen resistencia a cualquier directiva interna contraria a su modo acostumbrado de actuar. Un cuerpo físico acostumbrado a cierto tipo de alimentación, se resistirá a todo intento de reformar la dieta. Un cuerpo emocional acostumbrado a los estímulos excitantes del alcohol, lo pedirá a gritos a las horas usuales y hará imposible cualquier otra actividad hasta que se le dé gusto. Un cuerpo mental acostumbrado a revolotear a su capricho, se rechazará a concentrar sus energías en una tarea que se le ponga. En el caso de todos nosotros, nuestros cuerpos han adquirido ciertos hábitos y tendencias de esta clase que nos impiden para utilizarlos como queremos, y una de nuestras tareas más importantes, ahora, es la de enseñarlos a que respondan inmediata y totalmente a cualquier directiva interna. Algunas de esas tendencias y hábitos habrá que eliminarlos por completo; otras habrá que neutralizarlas en lo que concierne a nuestro propósito. No será posible desembarazarse totalmente de esas tendencias mientras no lleguemos a una etapa de evolución muy avanzada pero ya será suficiente que no nos impidan realizar nuestra tarea. Es labor difícil, pero si nos empeñamos en ella con seriedad y perseverancia, puede realizarse.

Con respecto al segundo aspecto de este control, podemos definirlo como la capacidad de no reaccionar. Debido a las tendencias adquiridas, cada uno de los cuerpos responde automáticamente a ciertos estímulos externos, de un modo peculiar determinado por su pasado. Esa respuesta mecánica se llama reacción. Veamos un ejemplo. Alguien hace el ademán de golpearnos con un bastón. El cuerpo reacciona instantáneamente adoptando una posición defensiva. O alguien nos dice algo que consideramos insultante, y nuestro cuerpo emocional reacciona inmediatamente con ira. O leemos en un libro un punto de vista contrario al que nosotros tenemos, y nuestra mente reacciona automáticamente en rechazo de ese punto de vista antes de examinarlo abiertamente. Todos estos son ejemplos de las muchas maneras en que nuestros cuerpos reaccionan mecánicamente a impactos externosY hasta tal punto son parte de nuestra índole estas tendencias, que no las consideramos indeseables y ni siquiera nos damos cuenta de que las tenemos. Pero cuando empezamos a trabajar por nuestro desarrollo espiritual y la Intuición comienza a despertar en nosotros, vamos tomando nota de esas tendencias Y al darnos cuenta de ellas, vamos eliminándolas una a una; al eliminar las más crudas, emergen las más sutiles en el cuerpo de nuestra conciencia.


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