Conocimiento de Sí Mismo (46) Capítulo XV.- Papel de Atma en nuestra Vida (5)

Todos los que estén tratando de mejorar sus hábitos tomen nota, pues, de este hecho importante: El pensamiento es padre de la acción y fortalece la tendencia a actuar de cierta manera, pero es la acción en sí la que precipita el pensamiento, la que produce un cambio real en la vida externa e interna, la que abre sendas en el sistema nervioso y reafirma las fuerzas mentales en los nuevos surcos de la mente, y, más importante todavía, la que capacita a la Voluntad para manifestarse y dominar los vehículos inferiores más completamente.

La relación entre Atma y Prana, mostrada en estos párrafos, indica que si bien la Voluntad es el respaldo y la fuerza energizante, no asume un papel directo en las actividades que llenen su centro en ella. Su función en la vida es como la de un rey en su trono, cuya mera presencia hace que toda la maquinaria administrativa de su reino funcione conforme a su voluntad. El rey mismo no anda haciéndolo todo; esa es función de sus ministros y demás funcionarios. Y sin embargo su poder sutil es el que dirige toda la maquinaria del estado, y si él no estuviera en el trono y centro de las cosas la administración se hundiría en confusión y caos. Esta analogía podrá servir para explicar el misterio del Purusha, el Vigilante Silencioso de la filosofía Sankhya: no es un espectador pasivo, pero al igual que el rey de nuestro ejemplo no se mezcla en las actividades que ocurren en torno suyo; está por encima de todas esas actividades, y sin embargo es el poder energizante y causante de ellas.

El verdadero poderío espiritual que viene directamente del plano Atmico, sólo se puede ejercer bajo ciertas condiciones rigurosas que no es fácil llenar, y por eso es tan raro. Ya se ha mostrado que tan pronto como este poder se contamina del elemento personal se degrada en la forma inferior de Deseo y pierde su carácter puro e irresistible. Por tanto es evidente que la impersonalidad, o sea el librarse del dominio del yo inferior, debe ser condición previa para que un individuo pueda ejercer ese poder. Cuanto más se eleve el individuo por encima de la influencia de las tendencias separativas y egoístas y sea capaz de mirar la vida desde las cumbres del Espíritu, mayor será su capacidad para ejercer este poder. Y como sólo un Hombre Perfeccionado está completamente libre de las ilusiones e intereses de la vida personal inferior, sólo él puede usar este poder libre y efectivamente. De modo que cuanto más podamos unificar nuestra conciencia con la Conciencia Divina en nuestro interior, más eficazmente podremos ejercer el verdadero poder espiritual de Atma. En tales condiciones estaría más acorde con la verdad decir que la Voluntad Divina trabaja sin estorbos por medio de nuestro centro de conciencia, en vez de decir que como individuos ejercemos la Voluntad espiritual.

Hacer de la sabiduría un elemento sine qua non para utilizar la energía Atmica, constituye una salvaguardia diseñada por la Naturaleza contra el mal uso de una fuerza de potencialidades ilimitadas que en manos impuras podría causar daños incalculables.

Estas últimas consideraciones, aunque son de un orden negativo, probablemente capacitarán al lector para obtener una vislumbre de este trascendental Principio interno, Atma, que constituye el corazón mismo de nuestro ser y es la fuente de aquel impulso interno y dinámico que nos lleva hacia nuestra meta de Perfección. Este Principio, aunque oculto a nuestra visión de modo que apenas podemos ver sus manifestaciones tenues y parciales en los aspectos más sublimes y asombrosos de la vida humana, es la garantía de que superaremos todas las ilusiones e imperfecciones de la vida inferior y alcanzaremos nuestra herencia Divina. Es nuestro “gobernador Inmortal Interno” que irresistible y silenciosamente gobierna el reino de nuestra vida.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:








Comentarios

Entradas populares de este blog

Encuentros con la Teosofía.- Introducción.

"Conocimiento de Sí Mismo" del Dr. Iqbal Kishen Taimni (1) Prefacio.

Conocimiento de Si Mismo (83) Capítulo XXVI: ¿Es necesario un guía?