Conocimiento de Sí Mismo (37). Capítulo XIII: Desarrollo de Buddhi

Estudiadas las funciones de Buddhi, podemos entrar al problema principal, o sea el del desarrollo de esta importante facultad de la Intuición y es necesario señalar desde el comienzo mismo que este desarrollo depende del crecimiento del vehículo Búddhico y no es tarea nada fácil ni que pueda comprenderse a la ligera. Para la gran mayoría de las personas es cuestión de lenta evolución y requiere una serie de vidas de crecimiento y perfección. Es cierto que en unos pocos casos excepcionales este crecimiento se presenta con asombrosa rapidez; pero esto se debe a que la naturaleza espiritual ya estaba bien desarrollada y la única dificultad era la de transmitir la conciencia superior a los vehículos inferiores, Entonces ya no es cuestión de crecimiento sino de libertad en los planos inferiores una fuerza que ya se había desarrollado en los superiores.

En los relatos Jataka leemos que el Señor Buda perfeccionó su intuición y su naturaleza espiritual viviendo una serie de vidas de inegoísmo y bondad antes de convertirse en el Boddhisattva. Puede que esos relatos no sean literalmente ciertos pero ilustran un principio importante; que el desarrollo espiritual, como todo lo demás en la naturaleza, es cuestión de evolución y de crecimiento lento, y quienes no estén dispuestos a someterse a una paciente autodisciplina no pueden pretender una cosecha de Iluminación y liberación de las ilusiones y sufrimientos de la vida inferior. Es bueno tener en mente estos hechos en estos días de premura y afán en que la gente quiere obtenerlo todo rápidamente y se rebela contra métodos que requieren paciencia y perseverancia pues quieren triunfar totalmente en una corta vida. Vemos pues que el primer requisito para hollar este sendero es determinarse a buscar la meta sin desfallecer, sin temer al fracaso y sin engreírse por triunfos temporales o superficiales. Quienes no tengan esta determinación firme sino que se encaminen en esta dirección apenas por diversión o como reacción ante las excitaciones y halagos de la vida mundana, están condenados al desengaño y fracaso.

Para el que tenga ese propósito intenso y se sienta movido por rectas intenciones, el primer requisito es colocar los cimientos para embarcarse en esta Divina aventura, desarrollando fortaleza, inegoísmo y pureza de alta calidad. Se necesita fortaleza porque el descenso de la conciencia Superior a los vehículos inferiores impone sobre estos una tensión muy severa y si no se ha desarrollado en grado considerable la fortaleza de carácter hay el peligro y casi la seguridad de un vuelco más o menos grave. Cuando queremos tomar una corriente eléctrica de alto voltaje es necesario siempre probar antes el aislante de nuestra instalación, pues de lo contrario puede presentarse un serio escape de corriente o fundirse todo el mecanismo. De modo similar, cuando nos preparamos para traer vibraciones de los reinos espirituales superiores a nuestros vehículos inferiores hay que probar todos los puntos débiles y fortalecerlos donde sea necesario, pues de lo contrario puede presentarse un serio desgarre en la personalidad que retarde el progreso del Ego por un tiempo considerable. Esta probación y fortalecimiento del carácter se producen en nuestra vida diaria por las ordalías que nos vienen en forma de tentaciones, dificultades y pruebas de varias clases; algunas de ellas nos vienen por el curso natural de la vida, y otros por disposición especial de aquellos grandes Instructores de nuestra raza que se ocupan de adiestrar aspirantes y pupilos. Como resultado de este entrenamiento y autodisciplina, el aspirante desarrolla gradualmente fortaleza como la del acero, capaz de soportar tremendas tensiones sin romperse.

Otro requisito necesario en esta preparación básica es una actitud inegoísta. Pues cuanta mayor potencia se tenga más necesario será preparar salvaguardias para que la fuerza no sea utilizada en propósitos egoístas ni puedan causar daño a nadie. Cuanto más alto se eleva un hombre en la escala de la evolución, mayores son sus poderes no sólo para hacer bien a otros sino para perjudicarlos. Y las Inteligencias que guían el mundo desde los planos internos procuran evitar que el poder pase a manos de quienes puedan utilizarlo en fines egoístas.

Además de eliminar de nuestro carácter toda tendencia a buscar poder y prestigio para nuestra glorificación personal, tan característica de los hombres ambiciosos, debemos tratar de eliminar cierta forma de egoísmo menos prominente pero más común que se conoce como egocentrismo. En la mayoría de nosotros nuestra vida gira en torno a nuestros pequeños intereses y preocupaciones personales. Nuestra profesión, nuestra familia, nuestros pasatiempos, nuestras diversiones, todo esto absorbe prácticamente todo nuestro tiempo y pensamientos, y pasamos la vida hondamente embebidos en nuestros asuntos mezquinos y pequeños, casi sin damos cuenta de nada más. No es difícil ver que una actitud así no puede servir de buena base para la omniabarcante vida impersonal del Espíritu. Tenemos que romper esa concha que enclaustra nuestra vida y ciega nuestra visión, si aspiramos a entrar en contacto con formas superiores de conciencia.

Uno de los métodos más eficaces y rápidos para adquirir esta inegoísta actitud impersonal es el de servir al prójimo con recto espíritu. Digo “recto espíritu” porque ahí está lo esencial. Hay miles de miles de personas que se ocupan en servir al prójimo pero que difícilmente progresan en adquirir esa actitud impersonal inegoísta. Por tanto, simplemente crean buen Karma para sí mismas, y aunque esto les ayuda a la larga en cierta medida, no eliminan de su vida ese elemento personal que constituye el impedimento mayor en el camino de los que buscan Iluminación. El servicio debe ser inegoísta e impersonal y prestarse como una ofrenda al Supremo.

El tercer requisito para cimentar la vida y la conciencia superiores es la pureza; pureza de cuerpo, mente y emociones. Al enumerar las funciones de Buddhi indicamos que la cantidad de conciencia superior que pueda traerse al plano físico depende de lo despejado que esté el canal entre lo superior y lo inferior. Y la principal obstrucción es la impureza de los cuerpos inferiores, especialmente del mental. Así como un espejo empolvado no puede reflejar bien los rayos solares, tampoco una mente impura puede reflejar la Verdad, y aunque nuestra naturaleza espiritual esté suficientemente desarrollado en los planos superiores, seguimos desconectados de nuestra riqueza y posibilidades divinas en los inferiores, pues hay como un velo que separa lo superior de la inferior y nos impide la visión de nuestro verdadero Ser. Por tanto los esfuerzos sistemáticos y pacientes por purificar nuestra naturaleza inferior hacen parte integral del entrenamiento y autodisciplina para preparar el campo para que la conciencia Intuicional o Búddhica se manifieste en nuestra vida cotidiana ordinaria.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:





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