Conocimiento de Sí Mismo (31) Capítulo XI: Desarrollo de la Mente Superior. (2)

La asociación constante de la conciencia con los tres vehículos inferiores, desarrolla un falso sentido del “yo”; esta es la esencia y raíz de la personalidad, y el broche que mantiene juntos todos nuestros recuerdos y experiencias. De ahí que el “yo” personal, aunque no es más que una derivación del Ego y básicamente de la Mónada, funcione como una entidad independienteolvidando su origen Divino y el propósito para el cual existe. Esto no tiene importancia en las primeras etapas de la evolución, porque durante ellas se necesitan toda clase de experiencias para edificar la cruda individualidad, y cualquier clase de experiencias es suficientemente buena con material de construcción. Pero en las últimas etapas la personalidad debe convertirse en servidora del Ego, porque hay que ejercer el discernimiento para seleccionar experiencias que refinan la individualidad y hagan aflorar su divinidad y su singularidad individual. Claro está que esta personalidad atada por la ilusión, con su sentido de “yo-idad”, no es sino una entidad temporal que tendrá que disolverse y desaparecer al final de la encarnación cuando haya asimilado sus experiencias en el mundo Celeste y le haya transferido la esencia de ellas al Ego; pero el modo como funcione afecta diferentemente el desarrollo de la Individualidad en los estados avanzados de la evolución.


Así vemos cómo de un Ego emergen muchas  personalidades, cada una de las cuales vive su existencia y enriquece al Ego con sus experiencias, hasta que el Ego se ha desarrollado suficientemente para no necesitar más experiencia en los tres mundos inferiores ilusoriosRecuérdese que cada personalidad no sólo es un derivado del Ego sino también una manifestación parcial del Ego. Representa solamente una faceta del Alma Diamante. Por eso es que las diferentes encarnaciones de un alma no se asemejan entre sí tanto como sería de esperar en vista de la estrecha relación que subsiste entre el Ego y sus personalidades. cada encarnación se manifiestan únicamente algunos aspectos y facultades del Ego, mientras los demás permanecen en suspenso, latentes, para expresarse en encarnaciones futuras, pues cada encarnación tiene lugar bajo cierto juego de circunstancias determinado por Karma y por las necesidades evolutivas del alma; y estas circunstancias reducen a cierto límite estrecho el conjunto de cualidades que esa personalidad ha de expresar. La raza en que nace el alma, la herencia física, el clima, el sexo; el Karma que tiene que eliminar, las facultades que tiene que desarrollar en esa encarnación, todos estos factores contribuyen a restringir la expresión del Ego, y solamente un número limitado de las facultades y cualidades que ya ha desarrollado puede hallar expresión en una existencia. Pero las diferentes personalidades que aparecen una tras otra en la vida total del Ego, proveen la necesaria variedad de circunstancias y oportunidades para el desarrollo global y el logro de aquella perfección que incluye todos los poderes y facultades DivinosLa Naturaleza trabaja lentamente, pero sus métodos son seguros, y cumple sus fines con extrema habilidad y perseverancia inquebrantable.

Esta discusión sobre la relación entre la personalidad o yo inferior, y el Ego o Yo Superior, no debe considerarse como una mera especulación o como una cuestión de simple interés intelectual. Por el contrario, la clara comprensión de esta relación es uno de los requisitos más importantes para el que quiera embarcarse en la tarea dura de desarrollar su naturaleza espiritual. La evolución espiritual no puede adelantarse suficientemente mientras no entendamos plenamente esta relación entre el yo inferior y el Superior y logremos colocar la personalidad bajo el dominio del Yo Superior. Y para esto nada ayuda tanto como el darse cuenta del carácter inestable e ilusorio de la personalidad. En el momento en que una persona se da cuenta a cabalidad, y no meramente lo que cree superficialmente, que esta persona que siente, piensa y actúa en los mundos externos, y a cuya satisfacción le dedica todo su tiempo y energías, no es sino una cosa que se desvanece, una criatura de corta vida que será reemplazada por otra criatura semejante en la siguiente existencia; en el momento en que realiza esta verdad ya no puede seguir indiferente a sus intereses más altos. Por culpa de que vivimos inconscientes y olvidadizos del destino duro e inexorable que le aguarda a nuestro yo inferior, permanecemos complacidos en este mundo ilusorio e impermanente. Pero en el momento en que despertamos a esta verdad y empieza a resbalar bajo nuestros pies el piso aparentemente sólido de una realidad ficticia nos sobrecoge el temor y el desfallecimiento, y empezamos a buscar algo que sea real y perdurable; y lo buscamos no de cualquier modo y sin prisa, sino con afán como el de un hombre que siente ahogarse y trata de asirse a un madero. Sólo entonces decidimos, a regañadientes y con dolor, abandonar el barquichuelo de la personalidad y buscar refugio en nuestro Yo Superior, al que creemos inmortal aunque aún no sabemos que lo es. Así empezamos a identificamos más y más con ese Yo y nos ponemos seriamente a la tarea de convertir la personalidad en un instrumento y expresión del Yo Superiorhasta que el yo inferior quede completamente sometido y trascendido y pongamos nuestro centro en la Vida Divina. Solamente con esta actitud y disposición de ánimo podemos emprender con provecho la tarea de desarrollar la mente Superior que funciona por medio del cuerpo Causal. 


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