En la psicología Occidental, la palabra “mente” se aplica a un grupo de fenómenos referentes al funcionamiento de la conciencia, muy vagamente definido y complejo. Incluye, en sus zonas inferiores, sentimientos y emociones; mientras que, en sus aspectos superiores, incluye pensamientos abstractos y aquella facultad, poco comprendida, a que se ha dado el nombre de intuición. Esa insuficiencia de definición para clasificar lo que se llama fenómenos mentales, es inevitable mientras se considere al cerebro como el originador de todos esos fenómenos en vez de verlo como un instrumento que sirve para reunir vibraciones que vienen a través de las avenidas de los sentidos, y también para traer a la conciencia física varias clases de energías procedentes de los mundos superfísicos. En cierto sentido el cerebro no es sino como un telón sobre el cual arrojan sus sombras fenómenos de los diferentes mundos; y tan difícil es interpretar los fenómenos indicados por esas sombras, como formarse una idea de la índole real de los objetos que están detrás de un telón en una proyección de sombras. Si uno quiere saber lo que esos objetos son, tiene que ir atrás del telón y verlos directamente, en vez de especular ad infinitum acerca de ellos basándose en las formas engañosas que producen sobre el telón. Nuestros científicos y psicólogos tratan de investigar las sombras que ven en el telón, y poca cuenta se dan de que no son sino sombras de realidades que están detrás y que sólo pueden estudiarse yendo atrás del telón para ver directamente las realidades.
Cuando el Teósofo examina los fenómenos que se manifiestan por medio del cerebro, encuentra que vienen de diferentes partes del hombre. El ser humano tiene, como hemos visto ya, una constitución compleja, un juego de vehículos para conectarse con los planos internos. Cada uno de esos vehículos envía sus vibraciones peculiares al cerebro y produce los fenómenos complejos y variados de nuestra conciencia física. De suerte que nuestras sensaciones y sentimientos se deben a vibraciones del plano emocional que repercuten sobre nuestro sistema cerebro-espinal, y nuestros pensamientos se deben a vibraciones del plano mental que repercuten en el cerebro físico. Y nuestras auténticas intuiciones son ecos débiles de vibraciones que vienen de planos más sutiles y más profundos. Debido a esta diversidad de las fuentes de los fenómenos que aparecen en la conciencia física, nadie puede clasificar estos fenómenos y precisar su respectiva fuente a menos que sea capaz de dejar a voluntad su vehículo físico para examinar con plena conciencia los fenómenos de los planos superfísicos. Es un hecho que la Teosofía, base de la Sabiduría Perenne, es el fruto de ese tipo de investigaciones efectuadas por una larga sucesión de adeptos en ininterrumpida continuidad y por largas edades.
Ahora bien, cuando los psicólogos examinan los fenómenos que llaman pensamientos, encuentran que pueden clasificarse bajo dos categorías generales; pensamientos concretos, referentes a nombres y formas, y pensamientos abstractos, referentes a conceptos y principios abstractos. Ambas clases de pensamientos aparecen en nuestra conciencia física por medio del cerebro físico. La investigación Oculta ha demostrado que estas dos clases de pensamientos tan diferentes entre sí se originan en dos vehículos de conciencia diferentes que operan en el campo mental. En efecto, el plano mental con sus siete subplanos puede dividirse así: los cuatro subplanos inferiores forman un grupo que sirve de medio a los pensamientos concretos, y los tres subplanos superiores forman otro grupo que sirve de medio a los pensamientos abstractos. Esta división en dos grupos no es arbitraria sino perfectamente natural, puesto que la materia que pertenece a estos dos grupos de subplanos entra en la composición de dos vehículos de conciencia enteramente distintos: el cuerpo mental inferior, vehículo de los pensamientos concretos, y el cuerpo mental superior, vehículo de los pensamientos abstractos. Estos dos cuerpos sirven respectivamente no sólo como vehículos de dos tipos distintos de fenómenos mentales, sino que pertenecen, como vimos en el Capítulo II, a dos componentes separados y diferentes de nuestra constitución total.
El cuerpo mental inferior es el constituyente más sutil de la personalidad transitoria que cambia a cada encarnación; mientras que el cuerpo mental superior (o cuerpo Causal) constituye el vehículo más externo del Ego o Alma inmortal, que perdura de vida en vida y pasa por el larguísimo proceso evolutivo. Se verá, pues, que la línea de demarcación entre la mente inferior y la superior no solamente separa estos dos principios mentales, sino también separa el yo inferior del Yo Superior.
Ya hemos tratado ampliamente la constitución y funciones del cuerpo mental inferior, vehículo de los pensamientos concretos. Ahora tomaremos el cuerpo Causal y consideraremos sus funciones y su lugar en nuestra constitución interna. El cuerpo Causal está formado por materia de los tres subplanos superiores del plano mental, y es el vehículo más externo del Ego o Alma inmortal que funciona como la trinidad de Voluntad, Intuición e Inteligencia. Se forma por vez primera al ocurrir la individualización, cuando un rayo del Primer Logos penetra en el alma grupal de un animal.
Este cuerpo es el repositorio de todas las experiencias por las que pasa el Alma en sus sucesivas reencarnaciones, y también de las facultades que desarrolla gradualmente durante su evolución. Al principio, recién formado, este cuerpo parece como un ovoide y se asemeja a una burbuja de jabón sin colores. Pero a medida que avanza la evolución y las facultades del Alma van pasando una a una del estado latente al potente y el Alma va siendo más activa, aparecen gradualmente colores brillantes, hasta que en el caso de un Adepto el cuerpo Causal ha crecido muchísimo y muestra resplandecientes colores iridiscentes de inimaginable belleza. Con las limitaciones de nuestra conciencia física nos es imposible imaginar las condiciones y formas de esos mundos más internos, porque las dimensiones de esos mundos son muy superiores; pero algunos escritores han tratado de describirlas basándose en investigaciones clarividentes.
Pasemos a considerar las funciones del cuerpo Causal, que muchos estudiantes encuentra difícil entender y las confunden a veces con las de la mente inferior y otras veces con las de la Intuición. Para simplificar el problema, tomémoslas una a una.
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