Trataremos ahora de otra clase de obstáculos que nos impide usar eficazmente el cuerpo mental como instrumento de la vida Divina latente en nosotros. Consiste en la distorsión que complejos y parcialidades de varias clases producen en la mente. El examen clarividente del aura del cuerpo mental muestra que cuando una persona desarrolla un prejuicio sobre cualquier asunto, se produce una transformación peculiar en su cuerpo mental en la zona correspondiente a este tipo de pensamiento. Como saben bien los estudiantes de Ocultismo, cada tipo de pensamientos tiene una zona diferente del cuerpo mental, así como cada porción del cerebro corresponde a diferentes sentidos y tipos de actividad mental. Cuando alguien adolece de algún prejuicio arraigado sobre cualquier asunto, se afecta la zona particular de su cuerpo mental que corresponde a este asunto. La materia mental de esa zona deja de circular libremente, y se establece una condición insalubre, con el resultado de que la mente pierde la capacidad de pensar clara y correctamente sobre ese asunto. Si la cantidad de prejuicios de esa clase es grande y el cuerpo mental se distorsiona mucho, queda considerablemente limitada su capacidad para actuar sanamente.
En el caso de un estudiante de la Sabiduría Divina, hay que disolver todos esos complejos y abrir y libertar la mente para que le pueda servir realmente como instrumento de su Ser Superior. Sabemos el efecto tan entumecedor que los prejuicios de varias clases ejercen sobre nuestra actividad mental, incluso en cuestiones relacionadas con la vida ordinaria, y cómo estrechan nuestra perspectiva. Ese tipo de distorsiones es aún más desastroso para el aspirante al conocimiento espiritual, porque él necesita traer a su cuerpo mental conocimientos de los planos superiores. Tiene que desenmarañar sistemáticamente todos esos nudos de su cuerpo mental, si quiere tener un instrumento sano y confiable para su labor mental.
Estas serias distorsiones producidas en la mente por prejuicios arraigados, no son sino una forma intensificada de la tendencia general a adolecer de parcialidades de toda clase en nuestra vida mental. Sería bueno detenernos en esta cuestión, en esta tendencia a ver todo a través de vidrios de color.
No se considere esto como una disgresión de nuestro tema principal, sino como parte integral y esencial de la Renovación de Sí Mismo. Ver las cosas como son, hasta donde ello es posible con las limitaciones de los planos inferiores, es uno de los requisitos preliminares para adquirir la visión espiritual, y ningún impedimento más efectivo para esto que la presencia de parcialidades y prejuicio arraigados en la mente. La escasez de suficiente información para juzgar las cosas y situaciones, la puede contrarrestar en cierta medida la iluminación proveniente de la intuición; pero como la intuición no puede actuar por medio de una mente distorsionada por complejos y parcialidades de toda clase, es muy difícil, si no imposible, ver las cosas fielmente y en su justa perspectiva.
Veamos cómo se produce la parcialidad, y cómo es inevitable cierta distorsión en nuestra visión de las cosas mientras no podamos trascender la mente para ver la vida sin esa influencia refractora. Ya hemos visto que cada cuerpo mental tiene su propia gama de capacidades vibratorias que lo caracteriza, como fruto de su evolución pasada, de su composición y el modo corno se ha acostumbrado a vibrar cuando piensa en diferentes problemas. Algunas de estas capacidades vibratorias están en condición activa, mientras que otras están latentes como tendencias. La presencia de estas tendencias en el cuerpo mental, modifica en mayor o menor grado cualquier pensamiento o punto de vista que se presenta ante la mente. La impresión mental que se produce en la conciencia no es la que debiera producir un pensamiento que entrara en su estado puro, sino que es afectada por las tendencias ya presentes en el cuerpo mental. Por tanto, es obvio que si no podemos eliminar o mantener en suspenso las tendencias ya presentes en la mente, antes de recibir el pensamiento de fuera, jamás podremos ver la cosa o tema representado por ese pensamiento como realmente es, sino modificado por nuestros mismos pensamientos. Es necesario mantener en suspenso o neutralizar las tendencias activas o latentes en la mente, para tener lo que se llama una mente abierta. Esta capacidad se adquiere con muchísima dificultad y luego de una disciplina mental muy severa y larga. La mayoría de la gente vive poniéndose toda clase de anteojos de color y mirando todo a través de ellos, sin darse cuenta siquiera de que hay algo falso en su visión de las cosas y personas que las rodean. Cuando estas parcialidades se establecen y se vuelven específicas, surgen los prejuicios más absurdos que encierran la visión dentro de un marco muy estrecho, que ofuscan la mente, y que a veces nos ciegan prácticamente acerca de algunas cosas en particular.
Podemos ver, pues, la necesidad de ejercer gran cautela respecto a nuestras opiniones, y no aferrarnos tenazmente a ellas como lo hace la mayoría de la gente. Al fin y al cabo, ¿qué son nuestras opiniones? Ciertos modos de mirar mentalmente las cosas, modos que hemos adquirido por nuestra manera de pensar, los cuales irán cambiando a medida que crezcamos y adquiramos más experiencia. Son meramente fases pasajeras de nuestra vida mental, sujetas a cambio como todo lo demás de nuestra vida. Si nos damos cuenta cabal de que nuestra opinión sobre cualquier tema no es sino una entre muchísimas que pueden existir simultáneamente, y que no es necesariamente más verdadera que otras opiniones, estaremos más inclinados a ser tolerantes con las opiniones ajenas, y a atribuirles menos importancia a las nuestras. La verdad está más allá de opiniones y puntos de vista particulares. Sólo cuando podamos elevarnos a la región de la Realidad, podremos ver todo en su correcta perspectiva y como realmente existe.
Con respecto a la educación de la mente inferior, no es posible ni necesario agotar este tema en este breve examen de problemas referentes a la mente. Existen muchos libros excelentes que tratan de diferentes aspectos de la educación mental, tanto desde el punto de vista del hombre corriente que busca triunfar en el mundo, como desde el del aspirante a la Sabiduría Divina que quiere tener un instrumento idóneo para su trabajo en los planos inferiores. Pero hay algunos puntos de importancia básica que todo aspirante haría bien en tenerlos presentes a fin de adquirir una actitud sólida sobre esta cuestión de la educación de la mente.
El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:
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