Conocimiento de sí mismo (14) Cap. V - Control, Purificación y Sensibilización del cuerpo físico.

Supongamos que hemos adquirido ya el control necesario sobre el cuerpo físico y podemos hacer con él lo que queramos: ¿qué sigue? Tenemos que purificarlo. ¿Qué significa pureza? Pureza, en conexión con el cuerpo físico, como también con el emocional y mental, significa que en nuestros vehículos prevalecen aquellos constituyentes o combinaciones de materia que pueden responder fácilmente a vibraciones superiores y que no responden a las inferioresEn todos los planos, las combinaciones de materia guardan relación definida y específica con ciertos poderes vibratorios, de modo que cierto grado particular de materia sólo puede responder dentro de ciertos límites vibratorios, sin salirse de ellos. Este fenómeno es bien conocido en Ciencia, y sólo tenemos que aplicar este principio de una manera más general a la materia de que están formados nuestros diversos vehículos.

De esta correspondencia entre materia y vibración se sigue que la capacidad vibratoria de nuestros cuerpos en conjunto (y por ahora nos limitaremos a considerar el cuerpo físico) está determinada y limitada por la calidad y la proporción de los diversos grados de materia que los forman. Un cuerpo en el que prevalecen las combinaciones más finas, podrá responder fácilmente a las vibraciones superiores, y será más o menos impenetrable a las inferiores. Pero un cuerpo en el que predominen las combinaciones más toscas, responderá fácil instantáneamente a pensamientos y emociones bajos, y no será capaz de captar los que pertenecen a los grados más finos.

De modo que purificación significa en realidad aumentar en el cuerpo la proporción de las clases más finas de materia, y eliminar o disminuir por lo menos las clases más toscas. Y vale la pena recordar que es por medio del sistema nervioso que el alma opera cuando usa el cuerpo físico. En un sentido, todo el cuerpo es su instrumento; pero el sistema nervioso es el instrumento especial por cuyo medio se expresan las emociones y pensamientos y otras energías superiores del alma, en el plano físico, y surgen en la conciencia. El cuerpo total, con su mecanismo complicado, sostiene y conserva en orden el sistema nervioso. Nada entorpece más la acción del alma sobre el cuerpo, que cualquier desorden en el sistema nervioso. Un coágulo en el cerebro puede paralizar por completo el cuerpo y detener todo el trabajo que el alma quiere hacer por medio del cuerpo. El sistema nervioso, cuyas vibraciones producen todos los fenómenos de la conciencia, depende de la totalidad del cuerpo para nutrirse, y tal como sea la calidad del cuerpo físico será la del sistema nervioso y por ende su capacidad de responder a vibraciones de diferentes clases.

El cuerpo físico se construye con el alimento y bebidas que ingerimos, y naturalmente la calidad de sus constituyentes dependerá en grandísima medida de la calidad de esos alimentos y bebidas. El conocimiento de la naturaleza de diferentes clases de alimentos, y la experiencia práctica, han capacitado a los Oculistas para clasificar los alimentos bajo diferentes categorías según afectan la capacidad vibratoria del cuerpo. La clasificación más conocida los divide en tres grupos: Tamásicos, Rajásicos y Sáttvicos. Los alimentos Tamásicos provocan inercia; los Rajásicos, actividad, y los Sáttvicos armonía y ritmo. El aspirante al conocimiento espiritual debe hacer su selección entre los del grupo Sáttvico, hasta donde sea posible.

Es necesario decir aquí, a manera de prevención, que se puede abusar en forma dañina de este principio de selección, y aplicarlo en la forma más torpe y rutinaria. Algunos hacen de este principio un fetiche, y es patético ver personas que confinan casi únicamente a la esfera de la cocina sus esfuerzos por llevar una vida espiritual. La pureza corporal es solamente un medio para lograr un fin, y por sí sola no puede conducir a la espiritualidad, como tampoco un buen violín puede por sí solo producir buena música. A menos que se combine la pureza con otras condiciones de vida espiritual, casi no tiene objeto.

Después de la purificación, el requisito más importante es la salud. Salud verdadera significa funcionamiento armonioso de todos los órganos vitales del cuerpo físico. Esto produce no sólo una sensación de bienestar sino capacidad para ocuparse sin cansancio en prolongada actividad física y mental. El que goza de buena salud casi no se da cuenta de su cuerpo físico, mientras que el que sufre de mala salud crónica está siempre pendiente de alguna parte de su cuerpo. Como la enfermedad es causa de constante distracción de la mente, se la considera como un obstáculo en el camino de la Yoga. Los que estén preparándose para este camino deben proponerse superarla, sistemáticamente. En muchos casos la enfermedad resulta de desarmonía interna y falta de dominio propio, y desaparece cuando se eliminan estas causas. Pero también a veces están involucradas causas kármicas y la persona sigue sufriendo de mala salud a pesar de la más rigurosa disciplina y abstenciones. En tales casos, que son pocos, el aspirante debe proseguir jovialmente por esta etapa de su existencia, mantener resueltamente la actitud correcta y la regulación estricta de su vida física. La fase de mala salud pasará tarde o temprano, y para entonces habrá colocado el cimiento sólido para una vida saludable en el futuro.

Llegamos ahora a otro factor referente al problema de hacer del cuerpo físico un instrumento adecuado del alma, capaz de traer a la conciencia física la vida superior que el alma vive en sus propios planos. Hemos visto que la pureza del cuerpo físico es necesaria, pero que ella sola no basta. Se necesita algo más para capacitar al cuerpo y especialmente al sistema nervioso para que responda a las energías superiores. Ese algo más se expresa mejor con la palabra ‘sensibilidad’. La pureza tiene que ver con la calidad del material; la sensibilidad, con su capacidad vibratoria. Podemos explicar la diferencia por medio de una analogía tomada de la música. La nota musical que podemos sacar de una cuerda depende, en primer lugar, de la calidad del material, y, en segundo lugar, de la tensión de la cuerda. Seleccionando diferentes clases de materiales, hierro, cobre, platino, podemos obtener diferentes clases de sonidos, diferentes timbres como se dice técnicamente. Pero las notas que pueden obtenerse de las cuerdas dependerán también de la tensión a que estén sujetas, y cuanto más alta sea la tensión más fina serán las notas. Del mismo modo, la sola pureza y buena calidad del material del sistema nervioso, no nos capacitará para entrar en contacto con la vida superior, hay que sensibilizar el sistema nervioso para que pueda responder a las vibraciones mas sutiles de esa vida.

Si la mera pureza fuera suficiente, cualquier niño nacido de padres con cuerpos puros y sensibles, y alimentado con comidas puras desde que nace, podría entrar fácilmente en contacto con la vida superior; pero lo cierto es que no puede; su sistema nervioso no ha sido sometido a aquel proceso especial que lo sensibiliza y lo hace responsivo a las vibraciones más sutiles.

Esta sensibilización del sistema nervioso se consigue por medio de la meditación, aquella intensa concentración de la mente, combinada con una ardiente aspiración del alma, que polariza todas las energías que operan en los vehículos inferiores en dirección al Yo Superior, y así permite el influjo de las fuerzas sutiles en el cerebro físico. Las prácticas preliminares de concentración y meditación llevan gradualmente a aquella disciplina más intensa y control de la mente que se conoce como Yoga y que culmina finalmente en la fusión de la conciencia inferior con la superior.

No se han dado detalles sobre los cambios reales que ocurren en la constitución del cuerpo físico como fruto de la meditación prolongada, ni es necesario saber esto para el propósito de sensibilizar el cuerpo físico a las vibraciones superiores. Pero sí se sabe esto: que una parte del proceso consiste en que entran en actividad aquellos órganos y centros a que se hizo referencia en el capítulo anterior; y que otra parte consiste en producir cierto cambio de calidad en las fuerzas que fluyen, en los átomos que forman el sistema nervioso. No es necesario entrar en detalle sobre estas cosas; primero, porque el problema es muy complejo, y, segundo, porque no hace falta conocer el modus operandi con el objeto de sensibilizar el vehículo.

Vemos, pues, que hacer del cuerpo físico un instrumento sensitivo por cuyo medio el alma pueda trabajar sin impedimentos en el plano físico, no es cosa fácil. Envuelve cambios profundamente asentados en la constitución de la materia que compone el cuerpo. Es por eso que se requiere un entrenamiento muy prolongado y riguroso para formar un ocultista verdadero, y por qué solamente los que tienen paciencia y perseverancia excepcionales pueden cumplir con buen éxito esta difícil tarea. Es cierto que en algunas personas parece fácil producir estos cambios; pero eso se debe únicamente a que han trabajado en esta dirección en vidas anteriores, y así lo que parece ahora como un desarrollo fácil no es sino realmente la recapitulación de un progreso que ya se logró en el pasado. Cada uno obtiene lo que merece y ha conquistado. La Naturaleza no tiene favoritos.


El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:






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