Conocimiento de sí mismo (9) Cap. III.- Renovación de si mismo - Una Ciencia.

Uno de los rasgos notables de la era actual es la falta de una comprensión real de la naturaleza del hombre. El hombre se esfuerza por conocer todo lo del universo. Puede decir con certeza de qué están hechas las estrellas situadas a millones de kilómetros de distancia. Conoce la constitución de átomos y moléculas. Pero prácticamente no sabe nada acerca de sí mismo. Y, lo que es aun más sorprendente, se contenta con vivir su vida sin pensar de dónde viene, cuál es su verdadera índole, por qué está aquí en este mundo, y a dónde va después de la muerte. Es realmente sorprendente cómo la inmensa mayoría de la gente puede pasarse la vida sin hacerse estos interrogantes naturales o sin siquiera darse cuenta de estas cosas.


Un resultado directo de esta falta de un conocimiento claro sobre la naturaleza y constitución interna del hombre, es que nuestras ideas acerca del carácter humano son tan indefinidas. La palabra carácter se aplica generalmente de un modo vago a las cualidades mentales y morales y a las idiosincrasias que caracterizan a un individuo en particular. Se desconoce al hombre real con sus varios cuerpos que están tras el vehículo físico; y cualquier porción de su compleja índole que logre expresarse a través de este medio denso e inelástico, se toma como su verdadera naturaleza. Al considerar a los seres humanos en conjunto, vemos que se comportan de modos peculiares según las circunstancias. A todos estos modos de comportamiento los llamamos características humanas, y a cada uno de estos modos le asignamos un nombre particular. Pero muy poco sabemos de por qué se comportan de esos modos particulares, y cómo se relacionan entre sí los diferentes elementos del carácter humano. Algunas de estas características humanas son meros hábitos físicos; otras están relacionadas con nuestra índole emocional o mental, mientras otras son evidentemente de índole espiritual. Pero las abarcamos a todas ellas bajo la palabra “carácter”.

Con semejante confusión de ideas sobre este asunto, es casi imposible desarrollar una ciencia de la formación del Carácter. Puede ser posible, aplicando ciertos métodos empíricos, producir ciertos cambios en nuestros caracteres; pero tales esfuerzos tienen que resultar fortuitos y de limitado alcance. Para una verdadera Ciencia de la Formación del Carácter debiéramos tener, primero que todo, un concepto claro de la naturaleza del hombre, su constitución total y los poderes y facultades latentes en él. Luego, debiéramos conocer las leyes que gobiernan la operación de la conciencia a través de los diferentes vehículos que el hombre usa en los diferentes planos del sistema Solar. Pero un mero conocimiento de estas leyes no es suficiente. Debemos elaborar una técnica que nos permita aplicar estas leyes a los varios problemas conectados con la evolución de los vehículos y al desenvolvimiento de la conciencia. Y, por último, debemos tener una idea clara con respecto a lo que estamos buscando, la meta que tenemos que alcanzar, y las diferentes etapas en el camino que conduce a esa meta. Todos estos elementos, necesarios para elaborar una ciencia satisfactoria de la formación del carácter, se encuentran únicamente en el Ocultismo.

Tratemos de comprender qué es el carácter según la Teosofía. La totalidad del universo manifestado, conforme a esta filosofía, es la expresión de la Vida Divina que está construyendo forma tras forma y tratando de expresarse por medio de estas formas con creciente perfección. Esta expresión ha alcanzado su pináculo en aquellas unidades de conciencia individualizada que están representadas por seres humanos, y cuyos vehículos ofrecen un campo para la expresión múltiple de los atributos Divinos.

Tomando para nuestra consideración una de tales unidades, encontramos un constante entrejuego entre la conciencia y los vehículos por cuyo medio opera. Este entrejuego asume diferentes modelos, algunos de los cuales son comunes a todos los seres humanos, mientras otros son peculiares de cada individuo. Los patrones o modelos de expresión que son comunes, son las características humanas ordinarias con las que estamos familiarizados. Y junto con cualesquier características peculiares que un individuo particular pueda tener, constituyen el carácter de este individuo.

En vista de la gran diversidad de formas que estos modos de expresión asumen en la vida, es natural preguntarse si existe alguna relación subyacente entre estas varias características humanas; y si existe, cuál es la índole de tal relación. A pesar de la dificultad evidente de clasificar elementos diferentes del carácter humano, el problema no es tan difícil como parece, con tal de que sepamos orientar esta clasificación. Esa orientación la encontramos en la índole triple de la Vida Divina, doctrina que se encuentra en una u otra forma en prácticamente todas las grandes religiones del mundo.

En relación con la conciencia, esta índole triple da lugar a tres aspectos fundamentales que se llaman Sat, Chit y Ananda ( = Voluntad, Inteligencia y Sabiduría). Y en relación con la materia, da lugar a tres cualidades fundamentales que se llaman Tamas, Rajas y Sattva (= Inercia, Movilidad y Ritmo). Esto es así porque conciencia y materia son el resultado de la diferenciación primera del absoluto Inmanifestado.

Las triplicidades observables por doquiera en la Naturaleza son el resultado de los reflejos de esas triplicidades fundamentales de la conciencia y de la materia, en los planos inferiores. La gran variedad de fenómenos se debe a las condiciones diferentes provistas por los planos sucesivos, y a las innumerables permutaciones y combinaciones que resultan de tales manifestaciones. Aunque esta línea de pensamiento es fascinante, no es posible ahondar aquí en más detalles.

El punto que necesitamos captar es el de que todas las cualidades y rasgos definidos bien conocidos que constituyen los caracteres de diferentes individuos, obedecen a los diversos modos de expresión de estos aspectos fundamentales de la naturaleza Divina en los planos inferiores de la manifestación, tal como todos los colores naturales o artificiales son combinaciones diferentes de los tres colores primarios. Unas pocas ilustraciones aclaran esto.

Cuando el aspecto Sat (Voluntad) de la conciencia se refleja en la esfera de la personalidad, puede dar lugar a un número de cualidades que aunque externamente difieren entre sí, al examinarlas más de cerca se ve que tienen una base común. Por ejemplo, el valor, la fortaleza, la decisión. Si analizamos estas cualidades, vemos que representan modos diferentes de manifestación del principio de inercia o estabilidad implicado en el aspecto Sat. Cuando una persona persiste en una línea de acción predeterminada, a pesar de los peligros que la amenazan, se dice que tiene valor. Está demostrando estabilidad en medio de las dificultades. Cuando persiste en un curso de acción predeterminado, a pesar de las tentaciones que la asaltan, se dice que tiene fortaleza. Está mostrando estabilidad en medio de las tentaciones. Cuando aferra a una línea de acción escogida, a pesar de las alternativas que se le presentan, se dice que tiene decisión de carácter. Está demostrando estabilidad en medio de las distracciones mentales. Así vemos que estos tres rasgos de carácter, que externamente parecen tan diferentes, son en realidad principio de estabilidad que se manifiesta bajo diferentes condiciones de vida. La estabilidad es un atributo fundamental de la Voluntad, la cual es un reflejo del aspecto Sat de conciencia.

Las mismas consideraciones rigen en el caso de los otros aspectos. Cuando el aspecto Ananda se refleja en la esfera de la personalidad, hace nacer sabiduría. Ahora bien, uno de los atributos fundamentales de la sabiduría es la percepción de la unidad de la vida que se manifiesta por medio de todas las formas. En los planos del Espíritu, esta percepción es directa y clara; pero en la región de la personalidad, esta unidad levemente se siente y aparece como amor en diferentes formas.

Todas aquellas cualidades como el afecto, la compasión y la devoción, están basadas en esta percepción indirecta de la unidad. Sus diferencias externas provienen de las diversas circunstancias bajo las cuales se expresa ese sentido de unidad. Así, cuando sentimos un parentesco interno con otro individuo, ya sea que ese individuo esté o no relacionado con nosotros en esta vida, decimos que tenemos afecto. Es un amor producido por asociación en vidas anteriores en relaciones de varias clases. Cuando vemos a otro ser humano en una condición degradada (o sea que la vida Divina está subyugada por las flaquezas que acosan a sus cuerpos), y le extendemos nuestro amor a ese individuo, se dice que tenemos compasión. Es amor que se vierte sobre quienes son moralmente débiles y necesitan nuestra simpatía y ayuda. Cuando vemos a otro individuo que representa nuestro ideal, y extendemos nuestro amor a ese individuo y queremos enlazar nuestra vida con la de él, se dice que sentimos devoción. Es amor dirigido a uno que reconocemos superior en sabiduría y poder y conocimiento. Así vemos otra vez que una cantidad de elementos del carácter humano son meramente reflejos del aspecto de conciencia llamado Ananda, en las diversas condiciones de la vida humana.

Cuando el aspecto Chit (Inteligencia) de la conciencia se refleja en la esfera de la personalidad, hace brotar el conocimiento de los objetos concretos. La observación, la memoria, el razonamiento, y otras funciones de la mente inferior, se verá, si se examinan con cuidado, que son meros reflejos de este aspecto de la conciencia bajo condiciones diferentes. Así, por ejemplo, cuando entramos en contacto mental con algún objeto poco conocido por nuestros sentidos físicos, se dice que lo observamos, o sea que la mente está recogiendo material. Cuando la mente toma una impresión de cualquier objeto que puede usar más tarde en sus trabajos, entra a funcionar la memoria; o sea que la mente está reuniendo material para uso futuro. Cuando los varios objetos que han sido observados se comparan y se contrastan y se sacan conclusiones, se dice que la mente está razonando, o sea que establece relaciones entre los objetos que ha observado y reunido en el almacén de la memoria. Todas estas facultades mentales están conectadas con el conocimiento, de una u otra manera, y se derivan del aspecto Chit de la conciencia.

El enlace al libro, por si prefieres leerlo a tu ritmo:





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