"Curso Introductorio a la Teosofía" Tema 13 : El Reino Dévico -2 Elementales

No existe la “magia” en los trabajos de la Naturaleza, y aquello que conocemos como Ley Natural no es en forma alguna una fuerza ciega siguiendo dictados automáticamente sino más bien el trabajo de Altas Inteligencias cuya real naturaleza permanece fuera del entendimiento humano y a través de las cuales fluye la vida del Logos, nuestro Padre Celestial. Estas Altas Inteligencias realizan su labor secundadas por innumerables huestes de seres angélicos de menor grado que pueblan los campos vibratorios antes mencionados formando una gigantesca estructura compuesta de Jerarquías, Órdenes, Grados, etc.….

Hemos dicho también que el proceso evolutivo no procede en línea recta sino en un círculo cuya primera mitad llamamos “arco descendente” y su segunda “arco ascendente”, es decir, involución y evolución respectivamente. Se nos dice que estos seres, en su inmensa variedad, pueblan ambos arcos. Hay, en consecuencia, Devas que están aún involucionando, es decir, descendiendo hacia la materia física, hacia la etapa humana, como también aquellos que están emergiendo de ella a través del arco ascendente, entrando a la etapa súper humana y exhibiendo, como es lógico, un grado de consciencia superior al de los anteriores y por cierto también al de los seres humanos. Estos dos grupos dévicos se clasifican separadamente: a los que se encuentran en el arco descendente se les llama “espíritus de la naturaleza”; y a los que se encuentran en el ascendente, ángeles, arcángeles, etc.….

Al describir la gran variedad de seres que pueblan el reino dévico, trataremos de clasificarlos en términos de su naturaleza, sus campos de actividad y el papel que desempeñan en el desarrollo del Plan Cósmico. Comenzaremos por los espíritus de la naturaleza, a quienes se da también el nombre de “elementales”. En un texto básico como éste resulta prácticamente imposible mencionar todas las variedades existentes, pero mencionaremos a aquellos considerados como los más representativos de su medio y que constituyen la especie más familiar para el ser humano en lo que respecta a Devas.

En su libro “El Lado Oculto de las Cosas”, C.W. Leadbeater nos dice: “En el estudio de los espíritus de la naturaleza nos encontramos con un reino radicalmente diferente (al reino humano), sin sexo, libre de miedo y que nada sabe acerca de aquello que llamamos “la lucha por la vida”: y sin embargo el resultado eventual de su desarrollo es, en todo respecto, el mismo que se obtiene siguiente nuestra propia línea…”

En “La Antigua Sabiduría de la Vida”, Clara Codd dice lo siguiente: “Puede decirse que no existe actividad alguna que no exprese algún tipo de consciencia aunque ésta no implique inteligencia humana. No podemos ver la vida y la inteligencia tras el viento soplando o las flores creciendo, pero el hecho de que no la veamos no significa que no esté presente”. Más directamente expresado, si no lo estuviera, ¡el viento no soplaría y las flores no crecerían!

La teosofía postula que los elementales son fundamentalmente seres sub humanos, y representan para los ángeles más o menos lo que los animales representan para el ser humano. El hecho de que se encuentren en el plano astral no implica que sean seres evolucionados, ya que se encuentran aún involucionando en el arco descendente.

En general, los elementales pueden ser divididos en cuatro grupos principales que animan los cuatro elementos básicos del mundo físico, a saber:

1. Elementales de Tierra
2. Elementales del Agua
3. Elementales del Aire
4. Elementales del Fuego

Esta clasificación, se nos dice, fue realizada por los antiguos alquimistas de la Edad Media, y la tradición popular les ha dado los nombres de Gnomos, Ondinas, Silfos y Salamandrasrespectivamente. Esta es otra de las razones por las cuales se les ha dado el nombre de “elementales”. Y al utilizar el término “animan”, lo que se quiere decir es que las plantas no crecerían si no fuese por los elementales de tierra; el agua no tendría vitalidad ni frescura si no fuese por las ondinas; la ausencia de silfos provocaría la ausencia de vientos y formaciones de nubes necesarias para la lluvia; y la combustión del fuego no sería posible sin las salamandras.




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