"Curso Introductorio a la Teosofía" (15) Tema 9: El Cuerpo Astral. Cuerpo de Deseos y Emociones 1
El Cuerpo Astral.
(Cuerpo de Deseos y Emociones).
De acuerdo con la Teosofía, toda criatura existente en el universo manifestado está en proceso evolutivo. Esta evolución consiste en el desarrollo de estados de consciencia cada vez más elevados que culminan en lo que ha sido dado llamar “el ser humano perfecto”, aquel que no necesita continuar encarnando porque ha concluido su aprendizaje en la escuela de la vida planetaria física. Esto no significa que la evolución en sí concluya allí, ya que después de conquistar lo que podría llamarse “la etapa humana”, el Ego espiritual, el verdadero ser que somos, continúa evolucionando ahora en la etapa súper humana ya que, según se nos dice, el proceso evolutivo no tiene fin e incluso el Logos Central del universo se encuentra aún en evolución.
Como hemos indicado anteriormente, el Ego es premunido por la Ley natural de un número de vehículos o cuerpos que le permiten expresar consciencia y desarrollarla. Factores esenciales en este proceso de desarrollo son las emociones y los deseos, porque representan el estímulo necesario a la acción, y es a través de ésta y de la correspondiente reacción, que el Ego lleva a cabo su aprendizaje para cosechar posteriormente los frutos de sus experiencias mediante las cuales desarrollará sus enormes posibilidades.
Al vehículo que el ser humano tiene para la expresión de deseos y emociones se le llama en Teosofía “El Cuerpo Astral”, con ello estableciéndose que, contrariamente a lo que la mayoría de las personas suponen, nuestros deseos, con su inevitable secuela de emociones, no se originan en nuestro cuerpo físico sino en nuestro cuerpo astral.
Se nos dice que el cuerpo físico con su doble sistema nervioso es solamente un mecanismo del cual se sirve el cuerpo astral para la expresión de sus emociones y la satisfacción de sus deseos. Como hemos indicado anteriormente, en el hombre corriente tales deseos y emociones varían desde los más elevados a los más bajos, manifestándose alternativamente a través de la personalidad. Cuando el Ego permite a su cuerpo astral imponer deseos inferiores a su cuerpo físico, los efectos en éste último serán de tipo destructivo y pueden amenazar su estado de salud y su energía. La enfermedad y el dolor físico que eventualmente sobrevienen como resultado de tales violaciones son gobernadas por la Ley del Karma, y son el método que la Naturaleza utiliza para enderezar la personalidad y hacerla avanzar por el camino adecuado a objeto de asegurar su desarrollo.
Lo anterior puede dar la impresión de que el cuerpo astral con sus descontrolados deseos y emociones es un obstáculo para nuestro avance evolutivo. Pero basta un poco de reflexión para empezar a verlo no como un obstáculo, sino como una bendición disfrazada de problema, un desafío que es preciso enfrentar con éxito. El esfuerzo realizado por el Ego para subyugar las poderosas tendencias del cuerpo astral le dota de carácter, determinación y fuerza de voluntad, estimulando también al desarrollo de la inteligencia. La idea no es entonces la eliminación de las emociones y los deseos, sino su educación y control. Esto toma, por cierto, gran cantidad de tiempo y, en consecuencia, muchas encarnaciones. Pero es necesario recordar que todo funciona bajo el imperio de la Ley Natural, y ésta trabaja lentamente cuando está en el proceso de alcanzar la perfección; a la Naturaleza no la preocupa el tiempo, sino solo la perfección de los resultados de su trabajo.
En el hombre corriente de nuestra época, el cuerpo astral está compuesto de la materia de las siete sub-divisiones del plano astral. Pero a medida que el individuo progresa en la escuela de la vida planetaria trasmutando sus primitivos deseos y emociones en algo puro y elevado, la materia de su cuerpo astral empieza a refinarse eliminando gradualmente la parte grosera y dejando solo materia de las tres sub-divisiones más elevadas del plano. En la persona que da rienda suelta a emociones y deseos de tipo inferior, el cuerpo astral albergará considerable cantidad de materia de las tres sub-divisiones inferiores del plano astral, es decir, aquellas que contienen materia que vibra en consonancia con el estado vibratorio inferior del sujeto.
Aspecto.
El cuerpo astral ofrece un aspecto luminoso y colorido a la observación clarividente, su forma ovoide rodeando e interpenetrando el cuerpo físico y extendiéndose de doce a dieciocho pulgadas de su contorno. La materia astral que le compone aparece en constante movimiento, sus colores cambiando frecuentemente al ir reflejando diferentes estados emocionales de la persona y sus variados deseos. El agua que burbujea y hierve en un recipiente ofrece tal vez la descripción más apropiada del aspecto de la materia del cuerpo astral.
Estados emocionales negativos tales como la ira, por ejemplo, tiñen el ovoide de un color negruzco, oscuro, sembrado de vetas escarlata en forma de dardos y ofreciendo un aspecto desagradable e intranquilizador. Por contraste, cuando un sentimiento de amor puro y desinteresado surge en el individuo, como aquel de una madre acunando a su bebé en los brazos, el ovoide adquiere un hermoso color rosa.
De acuerdo con estas características, el cuerpo astral de una persona evolucionada ofrece un aspecto hermosísimo, lleno de colores de luminosa transparencia y semejando un Arco-iris. El cuerpo astral del hombre primitivo en cambio ostenta un estado incipiente en donde se observan colores oscuros e indefinidos prevaleciendo los tonos marrón-verdoso, rojos oscuros y negros.
La información anterior proviene de la observación clarividente, y ha sido apropiadamente ilustrada en el libro de C.W.Leadbeater “El Hombre, Visible e Invisible”, cuya lectura recomendamos al alumno.
(El hombre Visible e Invisible" de C. W. Leadbeater, por si quieres leerlo: http://teosofiaenbolivia.com/elhombrevisibleeinvisible.pdf)
(El hombre Visible e Invisible" de C. W. Leadbeater, por si quieres leerlo: http://teosofiaenbolivia.com/elhombrevisibleeinvisible.pdf)
Comentarios
Publicar un comentario